PABLO ALFONSO
El Nuevo Herald
A 100 años del fin de las guerras cubanas por la independencia,
los
problemas que afrontó la nueva república continúan
gravitando
actualmente sobre el destino nacional y plantean un reto para
solucionarla
crisis que atraviesa la nación cubana, según la
opinión participantes en un
seminario que concluyó el viernes en la Universidad Internacional
de la
Florida (FIU).
``El futuro cubano sigue siendo incierto'', afirmó Javier
Figueroa,
profesor de historia de la Universidad de Puerto Rico durante
su
disertación en el seminario titulado ``El Tratado de París
de 1898'', que
durante jueves y viernes sesionó en la Universidad de
Miami y en FIU,
respectivamente.
Figueroa destacó que la evolución de la sociedad
cubana se ha movido
históricamente entre dos polos o corrientes de pensamiento
que identificó
como los que plantean que la política cubana debe buscar
la
``complementaridad'' con Estados Unidos y los que sostienen la
práctica
del nacionalismo económico como uno de los fundamentos
esenciales de
la soberanía.
``El proceso iniciado en 1959, no parece haber resuelto la controversia
que atrapa a la sociedad cubana desde hace tiempo, el debate
continúa
moviéndose entre esos dos polos'', indicó Figuroa.
Refiriéndose al régimen castrista implantado en
Cuba desde casi 40
años, Figueroa dijo que ``aunque se proclama que el estado
cubano
ejerce la plena soberanía sobre el país, hay otros
problemas que quedan
sin solución''. Citó entre otros: la política
económica, la democracia, la
soberanía de los ciudadanos, y la discriminación
racial.
``En ese sentido, la república parece transitar por viejos
caminos'',
subrayó Figueroa.
Por su parte Rafael Hernández, del Centro de Investigación
y Desarrollo
de la Cultura Cuba de La Habana, señaló que la
isla encara actualmente
retos semejantes a los de hace 100 años.
``Lo que estaba en juego en Cuba a fines del siglo pasado era
la
existencia de Cuba como una nación independiente, autodeterminada
y
con posibilidades de desarrollo autónomo y creo que eso
está en el
fondo de la problemática actual'', apuntó.
Las distintas actitudes que se asuman con el problema de Cuba,
dijo
Hernández, tienen mucho que ver con las visiones que se
tienen acerca
de cuál es el camino correcto para enfrentar los desafíos
que el país tiene
en esos distintos ámbitos.
``Yo creo que el problema de la independencia nacional sigue siendo
hoy
un problema central para el desarrollo y la viabilidad de Cuba
como
nación'', subrayó.
La evolución del actual proceso político en Cuba,
según Hernández,
enfrenta también dos polos de pensamiento que no logran
complementarse y que están representados, de manera general,
entre los
que preven la posibilidad de implementar reformas o los que piensan
que
es necesario producir cambios drásticos y subvertir completamente
la
situación.
``Eso también está en el horizonte de perspectivas'', indicó Hernández.
En ese sentido la generación actual se plantea un dilema
semejante a al
que se plantearon autonomistas, reformistas y separatistas a
fines del
siglo pasado y los que vieron nacer una república con
soberanía limitada.
``Yo creo que de nuevo se plantea en qué medida se está
más apegado
a la realidad y a las posibilidades efectivas de desarrollo del
país: pensar
en un proceso paulatino de cambios o pensar en la necesidad de
quebrar
el régimen tal como existe'', afirmó Hernández.
Graciela Cruz-Taura, profesora de historia de la Universidad Atlántica
de la Florida, señaló que la incertidumbre sobre
el futuro de Cuba
continúa ``y en todo caso las opciones parecían
más claras''.
``Hace 100 años habían dos tendencias claras: los
autonomistas y los
separatistas, e inclusive los anexionistas eran otra posibilidad
en esa
ecuación'', indicó Cruz-Taura, que desestimó
esta última posibilidad en el
momento actual.
``Yo creo que sería muy difícil hablar de una Cuba
incorporada a los
Estados Unidos'', subrayó Cruz-Taura.
Pase lo que pase en el país, dijo Cruz-Taura, Cuba seguirá
siendo una
república independiente, aunque queda por ver hasta qué
punto habrá en
esa futura república una verdadera soberanía, un
estado de derecho,
porque yo creo que pasaremos mucho tiempo arrastrando las
consecuencias del proceso actual.
``Siento ser tan pesimista, pero no lo veo de otra forma'', apuntó.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald