Festejan a un genio de la pintura cubana
OLGA CONNOR
Especial para El Nuevo Herald
La celebración hoy en el Museo de Arte de Miami (MAM) de los 90 años de Cundo Bermúdez, inaugura también una muestra de seis obras de distintas décadas de este pintor cubano reconocido mundialmente desde 1944, cuando sus cuadros fueron colgados, con los de otros artistas cubanos contemporáneos, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Pero a pesar de sus nueve décadas de vida, el artista sigue trabajando con rigor y autocrítica, y hasta en cuadros de gran formato, de 40 por 60 pulgadas. ''Unas cabezas muy grandes, una roja y una violeta, pero la tercera, en azul, se me quedó en la mente'', afirmó desde su estudio. ``Cuando la pintura dice que no, ella misma lo dice todo. Uno siempre quiere superarse, hay ese prurito de superarse, pero la memoria la tengo pésima, la tengo rota a pedazos''.
Sin embargo, se acuerda bien de sus años juveniles. 'De Cuba me acuerdo mucho, sobre todo de cuando yo era muy joven y se cerró el Instituto de La Habana, del 27 al 28. Por esos años fue que mataron a Trejo. Y me acuerdo de la lucha contra el `machadato'. Siempre he odiado la cosa militar, y de muchachos teníamos que ir con uniforme militar, con gorra y todo, hasta cuarto año de preparatoria''.
El pintor se exilió en 1967, por lo que en Cuba no se expusieron públicamente sus obras por un buen tiempo. Pero ahora, el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana tiene una muestra permanente de Bermúdez, informó el también pintor Ramón Alejandro. ``Cuando fui al museo de La Habana vi unas 15 obras del Cundo de los 40 y 50, y descubrí cuán bueno es como pintor. Allí se le da una importancia que aquí no se le da''.
Algunas de las obras que están en el museo nacional son Dos niños, un cuadro pequeñito, de 1941; Quinteto, del 50; Saltimbanquis, del 51, y Mujeres con peces, enumeró el galerista Ramón Cernuda, quien en el 2002 expuso 50 de las obras de Bermúdez.
'En un tiempo no `me colgaban' a mí [en el Museo Nacional], pero recuerdo cuadros que se quedaron en Cuba'', comentó Bermúdez, a quien no le impresiona la exposición de La Habana. ``Eso es un desorden, no se sabe cuáles son los cuadros auténticos, porque han sacado muchas obras de arte de Cuba. Me traen cuadros que dicen que son míos y no lo son. Estoy constantemente certificando cuadros. Yo lo convertí en negocio. Cobro $300 por autentificarlos''.
Su cuadro Tres músicos, que le retrataron para publicar en un libro, salió de Cuba por la embajada de Holanda, y está aquí en Miami. ``Aparece el libro y una tarjeta turística sobre Cuba con ese cuadro, y ya el cuadro está exiliado''.
Ese irónico sentido del humor está también presente en su obra, afirmó Alejandro. ``Es una obra de una ingravidez, una ligereza y una ironía muy fina, que concuerda perfectamente con aquella gracia cubana que los críticos llamaban choteo''.
''Es interesante el aspecto erótico y muy picaresco de su obra'', agregó el pintor y crítico de arte Carlos M. Luis. ``Su apego a la figura humana se convirtió, para él, en una especie de dogma de fe pictórica, al punto de que casi nunca la ha abandonado hasta nuestros días''.
Pero Ricardo Pau Llosa, poeta y crítico de arte, lo ve como un pintor de síntesis, como muchos de su generación, y a la vez enigmático. ``Tomó las distintas corrientes que vinieron de Europa, como el surrealismo y el cubismo, y las puso a funcionar al servicio de una imagen teatral, que son las cosas que ocurren en el cuadro, una serie de acciones que no son de la vida''.
''Conocí bien a Cundo durante la década de los 50'', contó Luis. ''Ibamos a visitarlo frecuentemente junto con Jorge Camacho [pintor surrealista cubano que reside en París]. A Cundo le gustaba el cine y con él fuimos a ver las películas de ese personaje de Jacques Tati, Monsieur Hulot, cuya gestualidad tanto le gustaba'', agregó el crítico.
''En esa época, Cundo había alcanzado una madurez de estilo que estaba íntimamente relacionado con una especie de estructura de naturaleza musical, quizás proveniente del cubismo tardío de Picasso, sobre todo de sus Músicos'', continuó Luis. ``Fue amigo de Lozano y de Carreño, pero además de Portocarrero, Amelia, Mariano y otros''.
Son esos los amigos que extraña en estos momentos. ''Estoy muy contento por el homenaje'', indicó Cundo, ``pero me vienen mucho a la memoria todos los amigos que murieron''.
Se da cuenta de que muchos no se pudieron exiliar. ''Qué iba a hacer Amelia, esa señora enferma, ya mayor. Yo comprendo que es muy duro salir de Cuba. Portocarrero tuvo oportunidades y no quiso. Comprendo que es muy difícil desprenderse de la patria'', acotó el pintor. ''Salí con 53 años, es muy difícil olvidarla. Añoro a Cuba, y a veces me siento como si no hubiera salido, como si estuviera en Cuba. Nunca veo lugares extraños, siempre me veo en una calle de Cuba'', puntualizó.