La
única forma de poner fin a los secuestros es que
castiguen a los secuestradores
Sara
Más y Roger Ricardo
FOTOS: JORGE LUIS GONZÁLEZ
La
única forma realmente de poner fin a estos secuestros aéreos
es que castiguen a los secuestradores y que no sigan concediendo privilegios
a los cómplices, afirmó anoche el Comandante en Jefe Fidel
Castro, al comparecer por la radio y televisión nacionales, durante
un programa especial que abordó los secuestros de la aeronave AN-24
y la embarcación Baraguá, ocurridos el pasado 31 de marzo
y el 2 de abril, respectivamente.
En el panel comparecieron algunos de
los 17 pasajeros del avión que fueron devueltos ayer a Cuba luego
de haber sido obligados por el secuestrador a viajar en el AN-24 a la Florida,
así como otros de los rehenes que fueron liberados antes, el 1 de
abril, después que la aeronave se abasteciera de combustible en
el aeropuerto José Martí, de La Habana.
En sus versiones, los testigos relataron
los momentos de tensión vividos desde que uno de los individuos
a bordo de la nave que cubría la ruta Nueva Gerona-La Habana exigió
desviarla hacia Estados Unidos, bajo la amenaza de hacerla estallar con
una granada de mano. Igualmente refirieron los momentos de agotamiento
y terror que pasaron durante las cerca de 14 horas que permanecieron encerrados
en el avión, en el aeropuerto de La Habana, sin que al secuestrador
le interesara la salud de las personas a bordo, incluidos menores de edad
y adultos enfermos, y siempre con la idea fija de que la nave fuera abastecida
de combustible para llegar a los Estados Unidos.
Entre otros detalles, se conoció
que el secuestrador contó al menos con la complicidad de su esposa
quien introdujo, ocultas en su pelo, las partes de las dos granadas que
él utilizó para desviar la ruta de la aeronave. Todavía
está por comprobar, sin embargo, si contó con la ayuda de
otras personas entre las que decidieron quedarse en territorio estadounidense.
Según se precisó, allí permanecen 7 adultos y 3 niños,
además del secuestrador, su esposa e hijo. Por otro lado, se mantienen
retenidos allá el piloto y el copiloto del AN-24.
Los
testigos contaron también cómo de forma desesperada y agresiva
el secuestrador mantuvo bajo amenaza a pasajeros y tripulantes. Estaba
decidido a todo, dijeron, amenazaba con volar el avión con su esposa
y el hijo de esta, si no se le abastecía la gasolina necesaria para
el trayecto.
Los testigos contaron además
cómo ese hombre, al que calificaron de terrorista, no permitió
incluso, que llegara a los pasajeros necesitados ningún tipo de
ayuda médica, alimentos o agua, como tampoco cedió ante los
múltiples intentos persuasivos de algunos pasajeros, las autoridades
cubanas ni del propio Jefe de la Oficina de Intereses de EE.UU. en La Habana,
quien le habló para que desistiera de sus actos.
El despliegue policial que esperó
a la nave en EE.UU. y el trato violento que recibieron allí los
pasajeros, fue contado por algunos de ellos, que al llegar fueron esposados
—incluidos los niños— y obligados a tirarse al suelo, mientras el
secuestrador era apartado del grupo. Los hombres, incluso, fueron destinados
a celdas e incomunicados del resto.
Además de recibir múltiples
invitaciones a quedarse en los Estados Unidos, los pasajeros contaron que
no dejaron de reiterar a las autoridades de ese país y a los abogados
encargados de la defensa del secuestrador, que habían sido víctimas
de un acto terrorista, al estilo de los que se iniciaron con el derrumbe
de las Torres Gemelas de Nueva York. Algunos incluso, llegaron a redactar
un pliego de demandas, donde denunciaron el mal trato que recibían,
en contra de los derechos humanos y las normas del derecho internacional
y exigieron la salida inmediata a Cuba de la tripulación y los pasajeros
en el avión secuestrado, el contacto con la Oficina de Intereses
de la Isla en EE.UU. y el cese de la Ley de Ajuste Cubano, que estimula
actos de piratería y terrorismo como esos.
En una amplia explicación de
todo lo ocurrido, el Comandante en Jefe leyó una minuciosa cronología
de esos hechos y los múltiples esfuerzos que se llevaron a cabo,
incluidas las fórmulas diplomáticas, para persuadir al secuestrador
y proteger a las personas a bordo. También los pasos que se dieron
para facilitar la salida del avión, cuando ya fue imposible que
el desesperado sujeto desistiera de su peligrosa idea y luego de que las
autoridades estadounidenses hicieran una dura declaración en la
que condenaban el hecho.
El líder cubano se refirió
a los motivos que promueven este tipo de actos, cuya causa fundamental
es la Ley de Ajuste Cubano, que estimula y protege a los cubanos que llegan
ilegalmente, incluso por medio de actos terroristas, a territorio estadounidense.
Elena
Reigosa fue tomada como rehén por el pirata aéreo.
Se cuestionó además,
cómo es posible que un país como Estados Unidos, que ha declarado
la guerra al terrorismo, esté estimulando y recibiendo terroristas
allí. Que olviden que fueron hombres con unos cuchillos en el cuello
de los pilotos los que estrellaron los aviones de pasajeros contra el Pentágono
y contra las Torres Gemelas, señaló.
Quedó claro además, que
en esta ocasión, aunque hubo una declaración pública
de EE.UU. de querer solucionar la situación creada, también
hubo cierta manipulación de lo acordado, pues la nave fue confiscada,
mientras otros pasajeros, entre los cuales no se descartan posibles cómplices,
han quedado libres, sin ser siquiera investigados. No se hizo lo que se
tenía que hacer, indicó Fidel, que era devolver a Cuba el
avión, la tripulación, al secuestrador y a quienes estuvieran
implicados.
LA INSECUESTRABLE LANCHA BARAGUÁ
Sobre el secuestro de la embarcación
de pasajeros Baraguá que cubría la ruta por la bahía
habanera entre La Habana-Casablanca-Regla, el dos de abril último,
una de las testigos del hecho narró cómo uno de los secuestradores
mandó a que se tiraran al piso señalando que iban para Estados
Unidos, que éstos portaban una pistola y armas blancas.
Indicó que el mar estaba en
muy malas condiciones con olas de gran altitud y todo ello provocó
que la gran mayoría de los pasajeros tuvieran vómitos. Apuntó
que la lancha se quedó sin combustible poco tiempo después.
En lapso los secuestradores no dejaron de proferir sus amenazas de muerte.
Entre éstas que si no le echaban combustible ? se van todos del
aire?, comentó.
La entrada de la embarcación
al puerto del Mariel llevada por un remolque los puso aún más
tensos y coléricos, indicó. Una vez allí, la salida
de tres de los rehenes de los 14 que se le habían solicitado que
liberaran aportó valiosa información sobre lo que estaba
ocurriendo a bordo y características de los secuestradores. También
se les entregó leche para los tres niños que había
en la embarcación y raciones de agua para los secuestrados.
En todo momento se estableció
una verdadera batalla psicológica con el fin de obtener más
elementos y características de los cabecillas; evitar el sufrimiento
de los rehenes y ablandar la resistencia de los delincuentes. Hasta se
les hicieron llegar periódicos donde estaban las declaraciones oficiales
de lo acontecimientos y la postura de Estados Unidos respecto a los secuestros
para que tuvieran bien claro a qué se exponía.
Mientras los delincuentes expresaban
que la garantía de sus vidas eran los rehenes, se les puntalizaba
que la garantía de sus vidas era poner en libertad a los rehenes.
A lo largo de todo este proceso se
recibió a un emisario de los secuestradores (el hombre de confianza
del cabecilla principal), quien se identificó como uno de los pasajeros
secuestrados, aunque el interlocutor del Ministerio del Interior sabía
quién era por el seguimiento que se había hecho desde otra
embarcación que escoltaba a la lancha Baraguá y luego desde
el mismo muelle. Este mediador, según se expuso, lo único
que pidió fue el combustible.
En todo momento se desarrolló
un proceso de desgaste y se estuvo evaluando el estado de ánimo
de los secuestradores, medir sus reacciones para aplicar la variante más
efectiva de las planificadas, pues desde el primer momento el objetivo
de la operación era de que no se saldrían con las suyas estos
delincuentes.
Simultáneamente se desarrollaba
el despliegue de fuerzas y medios que se emplearían en la variante
que se escogiera. Llegado el momento se desplegaron 15 combatientes de
la Brigada Especial de la Policía en el espigón adonde fue
amarrada la lancha secuestrada; también se hicieron varias maniobras
con lanchas rápidas en las proximidades y ya estaban en el agua
los hombres ranas para actuar.
Isabel
Hernández narro sus
amargas experiencias durante
el
secuestro de la lancha
Baraguá
El momento clímax lo propiciaron
dos turistas francesas que se encontraban como rehenes a quien el cabecilla
principal las había llevado a la cubierta para mostrarlas como las
primeras víctimas si no satisfacían la demanda de combustible.
Una de ellas, que desempeñó un rol decisivo, estudió
la situación y se lanzó al agua tras hacerle unas señas
de lo que se proponía hacer a uno de los combatientes de la Brigada
Especial, quien aprobó lo que iba a realizar con otro gesto. Seguidamente
se tiró la otra, de tras de ambas el que había servido de
mediador para atajarlas, al tiempo que un oficial del Ministerio del Interior
que viajaba en la lancha se abalanzó sobre el cabecilla principal
tumbándole la pistola que fue a dar al mar.
Fue la oportunidad en que aprovecharon
los demás pasajeros para lanzarse al agua y entraron en acción
las fuerzas del orden interior a cumplir la variante prevista para ocupar
la lancha y el resto de los secuestradores y sus cómplices.
Imágenes de esos momentos fueron
brindadas en el programa.
El Comandante en Jefe subrayó
que el caso de la embarcación secuentrada había que actuar,
pues podían decir que estábamos ayudando a unos piratas a
llegar a Estados Unidos, lo que podía prestarse a un gran show.
Fidel felicitó al Ministro del
Interior y a las fuerzas participantes en la exitosa operación por
su gran eficacia, orden y disciplina. Señaló que es una fortuna
contar con hombres así dispuestos a cumplir misiones hasta sin emplear
armas.
Agregó que la embarcación
Baraguá, que fue secuestrada 2 veces en 1994 por elementos antisociales
resultó ahora escenario de una singular lección ofrecida
por los propios pasajeros con el apoyo de fuerzas especializadas. Anunció
que los autores de esta bandálica acción tendrán que
responder ante los tribunales en juicio sumario..
Rogelio Polanco habló de la
similitud en la forma de actuar de estos terroristas, tanto los de los
dos aviones y la embarcación de pasajeros en el uso de la intimidación,
la amenaza, el chantaje. Son los mismos en cualquier parte del mundo, subrayó.
Al término del programa se informó
que se hará una retrasmisión el domingo y será publicado
un tabloide con los detalles de esta comparecencia.
Al panel televisado, que se prolongó
hasta altas horas de la noche, asistieron además Carlos Lage, secretario
del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, y el canciller Felipe
Pérez Roque, junto a otros dirigentes, testigos de los hechos, autoridades
del Instituto de Aeronáutica Civil, periodistas e integrantes de
Tropas Guardafronteras, entre otros. |