ANDREW CAWTHORNE
Reuters
Varadero, Cuba -- Nadie en la actualidad desdeña a un portero
de
hotel en Cuba.
Es probable que él esté ganando diariamente en propinas
lo que gana
uno de los principales neurocirujanos o un catedrático
universitario en un
mes.
Esto mismo también rige para un creciente ejército
de empleados de
estacionamiento, meseros, trabajadores de hoteles, vendedores
de
baratijas, guías de turistas y para otros que tienen suerte
de trabajar en la
floreciente industria turística de Cuba.
Ellos son ahora los ``nuevos ricos'' de la isla, una elite privilegiada
con
acceso a ingresos en dólares y que provocan que los salarios
de sus
compatriotas, en pesos cubanos, se vean miserables.
En un discurso reciente, el gobernante Fidel Castro los señaló
como una
nueva clase de ``millonarios'' cubanos que ponen en peligro los
valores
igualitarios de casi cuatro décadas de gobierno comunista,
que asumió
las riendas del país tras el triunfo de la revolución
en 1959.
La industria turística de Cuba, que se expande rápidamente
con 1,2
millones de visitantes y $1,500 millones en ingresos en 1997,
podría
estar rescatando a la economía del país que aún
se encuentra afectada
por la desaparición de su fuente de financiamiento desde
la Unión
Soviética, a principios de esta década.
Pero la apertura del sector turístico desde fines de la
década de 1980
también ha provocado profundos cambios sociales y divisiones
que
irrevocablemente han marcado a la isla y a sus habitantes.
El efecto económico que creó el dólar estadounidense,
antiguamente
ilegal, es probablemente la influencia más notable al
crear grandes
distorsiones económicas y anomalías que ahora abundan
en toda la isla.
Una mujer en el centro de La Habana ofrece a los turistas trenzarles
el
cabello por ocho dólares, más de la mitad de un
salario mensual
promedio de un trabajo en el sector estatal, que da trabajo a
la mayoría
de la fuerza laboral en Cuba.
Un hombre de la ciudad colonial de Trinidad renta habitaciones
a los
turistas a 20 dólares por noche y con ello logra que su
familia, a
diferencia del resto de las personas en su calle, tenga acceso
al jabón, al
champú y a los artículos electrónicos que
se venden en las tiendas para
pagar sólo con dólares.
Una trabajadora de un hotel en el balneario de Varadero, comenta
que
sus propinas superan los salarios combinados de sus cuatro hijos
adultos
y de su esposo, que todos son profesionales con educación
universitaria.
``La pirámide social se ha invertido. La gente más
preparada no es la
que gana más'', dijo Omar Everleny, un economista del
estatal Centro de
Estudios de la Economía Cubana.
``La solución es subir salarios en otros sectores, pero
si hay sectores que
no generan divisas, es difícil que el estado lo haga'',
agregó.
Mientras los salarios gubernamentales permanecen comparativamente
bajos y el dólar continúe dominando, estas distorsiones
de ingreso serán
un subproducto del auge turístico, aunque el gobierno
está tratando de
controlar la situación.
Los miembros del pequeño sector de autoempleados, entre
ellos los que
ofrecen alimentos y habitaciones a los turistas en sus casas,
pagan
impuestos, un fenómeno relativamente nuevo en una sociedad
en donde
la gente durante años se acostumbró a no pagar
recaudaciones.
El mismo Castro, frustrado por tener que adoptar algunas medidas
capitalistas en la isla, encabeza a los detractores de la nueva
clase
adinerada.
``Nos hace muchísimo daño ese exceso de dinero que
tiene mucha
gente... Mientras más contacto tenemos con el capitalismo
y más
sentimos lo que pasa, más repulsa me causa'', dijo Castro
en un discurso
reciente.
Castro, de 72 años, se prepara para celebrar el 40 aniversario
de su
revolución en enero, con el rechazo a modificar su sistema
unipartidista
de gobierno y la economía aún sigue en manos del
estado.
Sin embargo, algunos analistas señalan que el turismo se
ha convertido en
un agente silencioso de cambio en la isla.
``El fenómeno del turismo está revolucionando a
la sociedad cubana y la
está poniendo de cabeza, para bien de alguna manera y
para mal de
otra'', comentó un diplomático caribeño
a Reuters en La Habana.
``Está ayudando a esparcir la riqueza, está animando
las prácticas
capitalistas y le está dando a los cubanos un contacto
sin precedente con
los extranjeros, además de ser un imán para el
capital extranjero que ha
permitido que el mundo exterior pueda darle un buen vistazo a
Cuba y
viceversa. Hay nuevas tendencias ahora en Cuba'', agregó.
A pesar de las implicaciones sociales, especialmente los aspectos
más
amargos como el impresionante incremento en la prostitución,
que es un
regreso a la reputación de la era prerrevolucionaria de
Cuba, conocida
entonces como ``el burdel del Caribe'', La Habana no tiene ninguna
duda
de que su futura sobrevivencia económica depende del turismo.
``El turismo se ha convertido en un motor para el país''
señaló un
funcionario de alto nivel del sector, Eulogio Rodríguez,
durante la
inauguración de una reciente conferencia sobre turismo
en La Habana.
Los orgullosos funcionarios del turismo esperan que para el año
2000
lleguen anualmente dos millones de visitantes, un incremento
a los 1,4
millones de visitantes que se esperan para este año y
una enorme
diferencia en comparación con los 300.000 turistas que
visitaron la isla a
fines de la década anterior.
Asimismo, calculan que para el año 2000 el sector generará
ingresos por
$3,000 millones, 15 veces más que lo recaudado en 1989,
y un
incremento en capacidad hotelera de 28,000 habitaciones en la
actualidad a 49,000 habitaciones para cuando termine el siglo.
A pesar que las ganancias netas del turismo siguen siendo apenas
la
tercera fuente de ingresos del país, ya compite con las
ganancias del
azúcar y el níquel, y el estado espera incrementar
su eficiencia en los
próximos años.
Copyright © 1998 El Nuevo Herald