El Nuevo Herald
September 7, 1998
 
Auge turístico sacude a la sociedad cubana

 ANDREW CAWTHORNE
 Reuters

 Varadero, Cuba -- Nadie en la actualidad desdeña a un portero de
 hotel en Cuba.

 Es probable que él esté ganando diariamente en propinas lo que gana
 uno de los principales neurocirujanos o un catedrático universitario en un
 mes.

 Esto mismo también rige para un creciente ejército de empleados de
 estacionamiento, meseros, trabajadores de hoteles, vendedores de
 baratijas, guías de turistas y para otros que tienen suerte de trabajar en la
 floreciente industria turística de Cuba.

 Ellos son ahora los ``nuevos ricos'' de la isla, una elite privilegiada con
 acceso a ingresos en dólares y que provocan que los salarios de sus
 compatriotas, en pesos cubanos, se vean miserables.

 En un discurso reciente, el gobernante Fidel Castro los señaló como una
 nueva clase de ``millonarios'' cubanos que ponen en peligro los valores
 igualitarios de casi cuatro décadas de gobierno comunista, que asumió
 las riendas del país tras el triunfo de la revolución en 1959.

 La industria turística de Cuba, que se expande rápidamente con 1,2
 millones de visitantes y $1,500 millones en ingresos en 1997, podría
 estar rescatando a la economía del país que aún se encuentra afectada
 por la desaparición de su fuente de financiamiento desde la Unión
 Soviética, a principios de esta década.

 Pero la apertura del sector turístico desde fines de la década de 1980
 también ha provocado profundos cambios sociales y divisiones que
 irrevocablemente han marcado a la isla y a sus habitantes.

 El efecto económico que creó el dólar estadounidense, antiguamente
 ilegal, es probablemente la influencia más notable al crear grandes
 distorsiones económicas y anomalías que ahora abundan en toda la isla.

 Una mujer en el centro de La Habana ofrece a los turistas trenzarles el
 cabello por ocho dólares, más de la mitad de un salario mensual
 promedio de un trabajo en el sector estatal, que da trabajo a la mayoría
 de la fuerza laboral en Cuba.

 Un hombre de la ciudad colonial de Trinidad renta habitaciones a los
 turistas a 20 dólares por noche y con ello logra que su familia, a
 diferencia del resto de las personas en su calle, tenga acceso al jabón, al
 champú y a los artículos electrónicos que se venden en las tiendas para
 pagar sólo con dólares.

 Una trabajadora de un hotel en el balneario de Varadero, comenta que
 sus propinas superan los salarios combinados de sus cuatro hijos adultos
 y de su esposo, que todos son profesionales con educación universitaria.

 ``La pirámide social se ha invertido. La gente más preparada no es la
 que gana más'', dijo Omar Everleny, un economista del estatal Centro de
 Estudios de la Economía Cubana.

 ``La solución es subir salarios en otros sectores, pero si hay sectores que
 no generan divisas, es difícil que el estado lo haga'', agregó.

 Mientras los salarios gubernamentales permanecen comparativamente
 bajos y el dólar continúe dominando, estas distorsiones de ingreso serán
 un subproducto del auge turístico, aunque el gobierno está tratando de
 controlar la situación.

 Los miembros del pequeño sector de autoempleados, entre ellos los que
 ofrecen alimentos y habitaciones a los turistas en sus casas, pagan
 impuestos, un fenómeno relativamente nuevo en una sociedad en donde
 la gente durante años se acostumbró a no pagar recaudaciones.
 El mismo Castro, frustrado por tener que adoptar algunas medidas
 capitalistas en la isla, encabeza a los detractores de la nueva clase
 adinerada.

 ``Nos hace muchísimo daño ese exceso de dinero que tiene mucha
 gente... Mientras más contacto tenemos con el capitalismo y más
 sentimos lo que pasa, más repulsa me causa'', dijo Castro en un discurso
 reciente.

 Castro, de 72 años, se prepara para celebrar el 40 aniversario de su
 revolución en enero, con el rechazo a modificar su sistema unipartidista
 de gobierno y la economía aún sigue en manos del estado.

 Sin embargo, algunos analistas señalan que el turismo se ha convertido en
 un agente silencioso de cambio en la isla.

 ``El fenómeno del turismo está revolucionando a la sociedad cubana y la
 está poniendo de cabeza, para bien de alguna manera y para mal de
 otra'', comentó un diplomático caribeño a Reuters en La Habana.

 ``Está ayudando a esparcir la riqueza, está animando las prácticas
 capitalistas y le está dando a los cubanos un contacto sin precedente con
 los extranjeros, además de ser un imán para el capital extranjero que ha
 permitido que el mundo exterior pueda darle un buen vistazo a Cuba y
 viceversa. Hay nuevas tendencias ahora en Cuba'', agregó.

 A pesar de las implicaciones sociales, especialmente los aspectos más
 amargos como el impresionante incremento en la prostitución, que es un
 regreso a la reputación de la era prerrevolucionaria de Cuba, conocida
 entonces como ``el burdel del Caribe'', La Habana no tiene ninguna duda
 de que su futura sobrevivencia económica depende del turismo.

 ``El turismo se ha convertido en un motor para el país'' señaló un
 funcionario de alto nivel del sector, Eulogio Rodríguez, durante la
 inauguración de una reciente conferencia sobre turismo en La Habana.

 Los orgullosos funcionarios del turismo esperan que para el año 2000
 lleguen anualmente dos millones de visitantes, un incremento a los 1,4
 millones de visitantes que se esperan para este año y una enorme
 diferencia en comparación con los 300.000 turistas que visitaron la isla a
 fines de la década anterior.

 Asimismo, calculan que para el año 2000 el sector generará ingresos por
 $3,000 millones, 15 veces más que lo recaudado en 1989, y un
 incremento en capacidad hotelera de 28,000 habitaciones en la
 actualidad a 49,000 habitaciones para cuando termine el siglo.

 A pesar que las ganancias netas del turismo siguen siendo apenas la
 tercera fuente de ingresos del país, ya compite con las ganancias del
 azúcar y el níquel, y el estado espera incrementar su eficiencia en los
 próximos años.
 

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