Ocaso de la política tradicional en Colombia
JOSE LUIS VARELA / AFP
BOGOTA
El más grande revés jamás sufrido padecieron los grandes
partidos
políticos colombianos, el liberal y el conservador, con las elecciones
legislativas del domingo, al perder en favor de figuras
independientes la mayoría que ostentaban en el Congreso, un
resultado que podría impulsar definitivamente al derechista Alvaro
Uribe en su aspiración presidencial.
Los liberales, a pesar de continuar como la mayor fuerza
parlamentaria, sufrieron un fuerte retroceso en el Senado, pues
pasaron de 56 bancas en 1998 a apenas 30 en la jornada del
domingo, con un 95 por ciento de votos escrutados.
Los conservadores, del presidente Andrés Pastrana, también
perdieron curules, pasando de 17 a 13,
un resultado que cobró la cabeza del director de esa colectividad,
Carlos Holguín, quien renunció
apenas conocidos los resultados.
El resto de los escaños en la cámara alta está repartido
entre un puñado de agrupaciones
independientes, indigenistas y diferentes coaliciones cuya tendencia, de
cara a las elecciones
presidenciales del próximo 26 de mayo, es incierta. Por lo tanto,
en los próximos días se podrían
producir adhesiones de estos congresistas electos a uno u otro candidato
presidencial.
El espacio dejado por la caída de los partidos tradicionales ha
sido ocupado por figuras
independientes, varias de ellas --por lo menos las más importantes--
asociadas a la figura de Alvaro
Uribe, un político de derecha que en las últimas encuestas
presidenciales se acerca al 60 por ciento
en la intención de voto, un hecho inédito en el país.
Uribe tenía poco que perder en la elección del domingo y
sí mucho qué ganar, pues dio apoyo expreso
apenas a una quincena de candidatos, con lo cual, de haber obtenido un
magro resultado no se
hubiera visto afectado.
Pero el resultado para él fue mejor de lo esperado: el ex alcalde
de Medellín, Luis Alfredo Ramos,
quien obtuvo la más alta votación en el Senado, adhirió
a su candidatura presidencial el sábado.
También Uribe es respaldado por Germán Vargas Lleras, tercero
en la votación, y podría recibir la
adhesión en próximos días de Samuel Moreno, cuarto
en el voto en el Senado.
En la Cámara baja, el ex militar Jaime Canal, quien obtuvo la mayor
votación a nivel nacional, también
respalda las tesis de Uribe.
El panorama se ha complicado en cambio para el candidato liberal Horacio
Serpa, quien contaba con
estas elecciones para recomponer una base de apoyo, objetivo que no alcanzó.
Ayer, Serpa reconoció que dentro del Partido Liberal hay fuerzas
que lo apoyan a él pero igualmente
hay otras que respaldan a Uribe e inclusive a otros candidatos como la
independiente Noemí Sanín y
el izquierdista Luis Eduardo Garzón. Serpa indicó que tiene
el apoyo de 30 de los senadores
escogidos.
Por su parte Uribe señaló tener el apoyo de 27 senadores,
pero indicó que otros 18 podrían sumarse
a sus filas en los próximos días, lo que le acercaría
a la mayoría simple del Congreso.
Para la analista independiente María Isabel Rueda, ``el Partido
Liberal sigue siendo una gran fuerza
parlamentaria, que se ha visto mermada frente a un fenómeno que
consiste en que Alvaro Uribe sacó
las mayores votaciones''.
''Creo que [la elección] es una gran derrota para el oficialismo,
pero indudablemente el nuevo
gobierno de Uribe tendría que contar con que el oficialismo sigue
siendo una gran fuerza
parlamentaria'', indicó.
Por su parte, el ex canciller y analista Rodrigo Pardo indicó que
en la elección legislativa ``los
fenómenos más llamativos tienden a identificarse con la candidatura
de Alvaro Uribe, el gran puntero
en las encuestas en materia presidencial''.
Los comicios se celebraron en relativa calma a pesar de desarrollarse en
medio de una difícil
coyuntura de violencia política que se ha intensificado desde el
20 de febrero, cuando el gobierno y
las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) rompieron
el proceso de paz que
llevaban a cabo desde hacía tres años.
El gobierno hizo múltiples advertencias sobre la posibilidad de
que las FARC sabotearan la elección,
pero esta agrupación mantuvo su posición tradicional de respetar
los comicios, realizando solamente
algunos actos de hostigamiento en sus zonas de influencia.
El gobierno también quiso hacer de la participación electoral
un plebiscito para demostrar el
compromiso de los ciudadanos contra los violentos, pero la votación,
de más de 10.2 millones de
personas, arroja una abstención de 57 por ciento, muy similar a
la de la elección de hace cuatro años.