El Nuevo Herald
October 12, 1998
 
Botero: `No he abandonado Colombia'

 MARIA CAMILA MORALES

 --De la redacción de El Tiempo

 París -- Hace 50 años Fernando Botero exponía por primera vez una de
 sus obras en Bogotá. Era tan sólo un adolescente que soñaba con visitar
 los museos en Europa para poder quedarse durante horas observando y
 deleitándose con los cuadros de los grandes maestros como Zurbarán.

 Hoy, medio siglo ha pasado y su talento, sumado a la experiencia, le
 permiten ser catalogado como uno de los mejores artistas
 contemporáneos. Orgulloso de ser colombiano y delatado por su
 melodioso acento paisa, este hombre que irradia una energía increíble y
 una voluntad de hierro ha tenido que alejarse del país para poder dar a
 su trabajo una dimensión internacional.

 Sin embargo, para compensar este exilio de 40 años tiene ya en mente
 varios proyectos interesantes con los cuales planea reencontrarse con su
 patria.

 Maestro Botero, este año cumple 50 años de haber presentado su
 primera acuarela, ¿es para usted, una fecha que lo hace reflexionar sobre
 su evolución pictórica?

 ¡Cómo poder olvidar esa primera exposición en Bogotá! Aunque no
 pude asistir personalmente fue un momento muy importante para mí,
 pues apenas con 16 años presentaba mi acuarela al lado de los grandes
 pintores de esa época como era Pedro Nel Gómez. Esto fue una gran
 satisfacción y un estímulo muy grande. En cuanto al enfrentamiento con
 mi obra después de 50 años de haberla iniciado es algo particular,
 porque yo hago exposiciones retrospectivas todo el tiempo y hacerlas
 requiere una selección personal. La autocrítica es constante en mi obra
 pues siempre espero progresar, hacer las cosas más claras desde el
 punto de vista conceptual y ser más radical en cuestión de técnica. Es
 eso lo que he estado haciendo durante el transcurso de mi vida, una
 reflexión artística.

 ¿Existe una época que le cause más satisfacción que otra?

 Creo que cada artista cuando expone está compartiendo un enorme
 momento de su vida y que además, debido a la pasión con la cual realiza
 su obra, es imposible compararla con otros momentos vividos
 anteriormente. Pienso que tal vez, han sido los comerciantes de arte, los
 marchands, quienes se han encargado de determinar que hay períodos
 mejores en las obras de los artistas, lo cual me incluye a mí, y por eso se
 habla de los supuestos buenos y malos años. Veamos, por ejemplo, el
 caso de Miró: ciertos expertos han decidido que su mejor trabajo lo
 realizó entre los 25 y 33 años y terminan convenciendo al público que si
 el cuadro no corresponde a esa época ya no es un Miró `puro'. Eso para
 mí es esnobismo, pues Miró fue un gran pintor toda la vida y no se puede
 limitar su obra de forma temporal. Cuando se desarrolla el arte, todo
 debe interesar para avanzar.

 El próximo año finaliza la exposición itinerante de sus esculturas
 monumentales en la ciudad de Florencia, usted fue el creador de este
 tipo de muestras de arte a las cuales todo el mundo tiene libre acceso,
 ¿cuál es su balance de esta experiencia?

 Primero que todo, una satisfacción enorme, ya que soy el único artista
 que ha tenido el privilegio y la oportunidad de exponer su obra en lugares
 tan prestigiosos del mundo como los Campos Elíseos, Park Avenue y el
 frente de la Casa Blanca. Desde el punto de vista artístico, me ha
 permitido observar mejor la escultura. La técnica de la fundición es un
 avance que me permite ajustar la escultura monumental. En cuanto a la
 gente que ha visto la exposición, es sin duda el mejor medio que tengo
 para compartir lo que realizo con los demás, que haya un contacto físico
 con la obra, que la toquen, que se puede apreciar el volumen y que se
 cree una cierta complicidad o juego con los personajes. Estoy muy
 contento con este logro, que fue tanto artístico como personal y que
 además tomará un nuevo rumbo gracias al parque de las esculturas de
 Medellín, que se inaugurará en febrero del 2000.

 Usted recibió más de 150 mil cartas de sus compatriotas para apoyar
 esta idea, ¿qué sintió con esta prueba de admiración?

 Un orgullo inmenso. Fue una arquitecta de Medellín, Ana María Villa,
 quien recolectó las firmas y las cartas, y pues no hay con que pagar tal
 muestra de afecto de las personas de Medellín. Así que fue con gran
 emoción que doné las 10 obras monumentales y también tengo que
 agradecerle a los antioqueños como el alcalde Juan Gómez Martínez y su
 comitiva quienes se desplazaron hasta París para plantearme el proyecto.

 ¿Podría ser esta la oportunidad de volver a establecer el contacto con
 Colombia después de estos años de ausencia?

 Yo no me he alejado de Colombia, adoro mi país. La verdad es que con
 todo lo que me fascina, lamentablemente no puedo vivir allí. Mi trabajo
 me obliga a tener, por ejemplo, fundiciones --las cuales están en Italia--
 además de moverme todo el tiempo de forma rápida para planear las
 exposiciones, para entrevistarme con los expertos, y necesito un punto
 medio como París o Nueva York, donde la gente tiene fácil acceso a lo
 que estoy haciendo. Pero sí espero que el proyecto de Medellín me
 permita un reencuentro con Colombia, pues tendré que viajar con
 frecuencia para supervisarlo. Si bien no podré quedarme mucho tiempo,
 en lo que diríamos permanecer en forma física, a través de mis obras
 podré sentir que sí estoy presente en Colombia.

 Cuando usted pinta, utiliza una lupa para ver cuáles son las fallas de su
 cuadro. Si hiciera lo mismo con Colombia, ¿cuál sería el resultado?

 Colombia tiene unos problemas monumentales que no necesitan de la
 famosa lupa. Las ideas que se han utilizado para tratar de solucionarlos
 ya han pasado por todo, desde el diálogo hasta el uso de la fuerza
 pública, y aparentemente no funcionan; pero esa obra pertenece a los
 políticos, son ellos quienes deben encargarse de resolver la grave
 situación que vive el país. Sin embargo, hay cosas que si veo y que me
 causan mucho dolor; por ejemplo, la injusticia social, que es sin duda
 alguna la causa de la violencia, la delincuencia y la criminalidad. Lo que
 yo sigo sin entender son las razones que intensifican esta situación en
 Colombia, pues la injusticia social y la pobreza no se presentan
 únicamente en nuestro país sino en varios países del mundo, pero en
 Colombia toman unas proporciones que se salen de todo control y
 nuestro gobernantes no logran encontrar las fallas, eso yo si creo que es
 inaudito.

 ¿Qué envidia de los países donde ha podido vivir?

 Llevo 40 años moviéndome por varias ciudades del mundo y puedo
 decir que admiro la civilización de los franceses, el respeto que tienen
 por su patrimonio, por sus tesoros, por su historia. Yo creo que ese
 comportamiento hace parte de la educación y ahí se encuentra el gran
 secreto de la cultura francesa: inculcar a los ciudadanos el espíritu cívico
 es la base de las sociedades. Eso, por ejemplo, no lo tienen los países
 subdesarrollados y mientras no haya una educación real y seria no se
 podrán producir cambios importantes y allí incluyo a Colombia. Yo
 pienso que con educación se puede salir adelante en todas las crisis,
 Alemania y Japón son buenos ejemplos, pero si algo no se puede hacer
 es improvisarla como se hace en la mayoría de los casos.

 ¿Qué le quita el sueño en estos momentos?

 Tanto como tener insomnio no, pero si me intereso mucho en estos
 momentos por estudiar la técnica de un pintor italiano de finales del siglo
 XV llamado Giovanni Bellini. Yo siempre estoy aprendiendo y tratando
 de progresar y él es un buen modelo pues fue uno de los primeros
 italianos que utilizó la pintura al óleo y era además un gran pintor al
 temple.

 Los artistas suelen ser testigo de cada época, ¿el cambio de siglo en su
 caso ha influido en su obra?

 No, la verdad es que no creo que la llegada del siglo XXI vaya a
 cambiar de manera radical las cosas. En mi caso, este hecho en nada va
 a influenciar mi trabajo, yo no pienso que el mundo vaya a variar con
 esto, todo va a seguir igualito. Los cambios de la humanidad necesitan
 mucho tiempo para realizarse, no es cuestión de fechas.
 

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