Recuerdo del golpe aún divide a Chile
JONATHAN GELB
Especial para De El Nuevo Herald
Santiago, Chile -- Laura Manett, ama de casa chilena, recuerda
el
aspecto de Santiago hace exactamente 25 años.
``Aquella semana vi cosas terribles. Atravesando el río
Mapocho con mi
padre vi cadáveres en el agua'', dijo. ``Estaban acribillados
a balazos.
Parecían de jóvenes''.
Manett recordaba el violento golpe de estado que estremeció
las bases
de este país.
El golpe del 11 de septiembre interrumpió más de
100 años de gobierno
democrático. El presidente Salvador Allende, que fue electo
por
votación popular en 1970, resultó muerto en medio
del humo y los
disparos en el palacio de La Moneda. Un oficial relativamente
desconocido que Allende había nombrado un mes antes para
encabezar
las Fuerzas Armadas, el general Augusto Pinochet, tomó
las riendas del
poder.
Veinticinco años más tarde, los chilenos están
divididos sobre el
significado del golpe. Muchos dicen que terminó con una
pesadilla
socialista de inflación y escasez e introdujo una economía
moderna que
ha hecho de Chile uno de los países más desarrollados
de América
Latina. Otros dicen que los halcones norteamericanos de la Guerra
Fría
conspiraron con los vengativos militares chilenos para matar
a miles de
izquierdistas y detener la propagación del socialismo.
Estos temas afloran
todos los 11 de septiembre, un día feriado, cuando los
manifestantes
chocan contra la policía.
Para muchos, el día es una recordación de Salvador
Allende. ``Allende
fue un verdadero servidor público'', afirmó Manuel
Cortés, que fue
chofer y guardaespaldas de Allende. ``Estaba en contacto con
la realidad
chilena y con la realidad de América Latina''.
Cortés responsabiliza al gobierno de Estados Unidos por
conspirar con
los derechistas chilenos para derrocar al gobierno de Allende,
la Unidad
Popular (UP). El ex conductor de Allende señala que la
CIA dio dinero
a los periódicos y partidos opositores de Allende, y recuerda
la
presencia naval norteamericana en la ciudad portuaria de Valparaíso
durante el golpe. El gobierno de Nixon gastó unos $8 millones
entre
1970 y 1973 en operaciones encubiertas para desestabilizar a
la Unidad
Popular. La CIA dio dinero a El Mercurio, el principal periódico
de
Chile, para que publicara artículos sobre actividades
terroristas y de
escasez de alimentos.
Sin embargo, mucho chilenos recibieron el golpe con júbilo.
Especialmente las mujeres, muchas de la cuales se quejaban de
las largas
colas para la leche, la harina y el azúcar durante el
gobierno de Allende.
Ellas saludaron alborozadas al general Pinochet.
``Para mí el golpe fue positivo'', dijo José Sepúlveda,
un administrador
de fondos mutuales. ``Estábamos en un período crítico
y el ejército tuvo
que actuar para librarnos de un gobierno socialista que en aquella
época
lo estaba haciendo realmente mal''.
En particular, los empresarios privados rechazan un gobierno socialista
que nacionalizó la industria cuprífera de Chile
y presionó por una reforma
agraria.
Como muchos chilenos, sin embargo, Sepúlveda pensó
que los militares
entregarían el poder a un gobierno civil al poco tiempo.
``Estoy de acuerdo en que hubo muchas muertes innecesarias'',
dijo. En
conjunto, murieron más de 2,000 chilenos durante el régimen
militar que
se prolongó hasta 1989.
El Estadio Nacional, que hoy se utiliza para juegos de fútbol
y
conciertos, fue el escenario donde se cometieron más abusos
de
derechos humanos. Unas 7,000 personas fueron llevadas allí
y algunas
fueron torturadas en campamentos improvisados o en las taquillas.
El
guitarrista Víctor Jara estuvo entre los asesinados en
el Estadio Nacional
Los abusos durante y después del golpe siguen siendo una
fuente de
división entre los chilenos.
``Queremos justicia para los que fueron torturados y muertos'',
dijo
Marina Guzmán. Actualmente está haciendo campaña
para ubicar a un
amigo que desapareció hace 22 años en Villa Grimaldi,
un centro de
torturas. Cuando fue a preguntar por su amigo, ``me dijeron que
a menos
que los militares quisieran hacer algún comentario, no
había respuesta''.
Otros intentos para ubicar a chilenos desaparecidos, especialmente
los
del Estadio Nacional, han sido bloqueados por la ley de amnistía
de
1978 que protege a los militares contra el procesamiento judicial
por
abusos de derechos humanos. Pinochet dijo a la prensa local la
semana
pasada que no tenía información de desaparecidos.
En un esfuerzo por superar las divisiones sobre derechos humanos
y
otros temas, recientemente el Congreso decidió que este
año fuera el
último feriado del 11 de septiembre.
A partir del próximo año, Chile celebrará
en su lugar el Día de la Unidad
Nacional. La decisión del Congreso fue el resultado de
un acuerdo entre
Pinochet y el presidente del Senado Andrés Zaldívar.
Algunos chilenos
manifestaron escepticismo ante la participación de Pinochet
en las
negociaciones.
``Negoció un nuevo día feriado porque sabía
que el cambio se iba a
producir de todas maneras'', dijo Cortés. ``Cuando se
trata de lo que
sucedió en 1973, todavía hay dos mundos aparte''.
Por ahora, el golpe sigue dividiendo a los chilenos que luchan
con el
legado de la Unidad Popular, el golpe y el gobierno militar.
``Cada vez que hay una guerra de ideas, como la que hubo en 1973,
la
familia y los amigos se dividen'', dijo una mujer chilena. ``No
creo que
haya una familia chilena que no haya tomado partido. Y la gente
lo sigue
tomando''.