El Nuevo Herald
October 5, 1998
 
Aylwin vio necesaria dictadura en Chile

 Santiago --(EFE)-- El ex presidente chileno Patricio Aylwin ha admitido
 que en 1973, cuando se produjo el cruento derrocamiento de Salvador
 Allende, creyó que era necesaria una dictadura temporal para sacar al
 país del caos reinante.

 La confesión de Aylwin, que gobernó Chile entre 1990 y 1994, al
 término del régimen militar de 17 años, está inserta en su libro El
 reencuentro de los demócratas, que lanzará hoy, lunes, con motivo del
 décimo aniversario del plebiscito del 5 de octubre de 1988, que marcó el
 comienzo del fin de la dictadura.

 El estado de ingobernabilidad en que había caído el país ``exigía un
 lapso, una pausa para poner orden'', dijo Aylwin en una entrevista
 publicada el domingo por el diario El Mercurio, en la que adelanta
 algunos contenidos del libro.

 Con lo que estaba ocurriendo, ``uno admitía como un mal menor la idea
 de una dictadura transitoria; no como ideal, sino como un mal necesario'',
 agregó Aylwin, que además añadió que se equivocó al creer que los
 militares se quedarían poco tiempo en el poder.

 ``¡Yo no sabía lo que pensaban los militares! Creía que pensaban lo que
 yo pensaba, pero me equivoqué'', subrayó el ex gobernante chileno, que
 cumplirá 80 años el próximo noviembre.

 Aún hoy, y sobre la base de la experiencia histórica, ``creo que puede
 haber circunstancias en que una dictadura transitoria puede ser necesaria.
 En la historia de los pueblos se han producido situaciones que la hacen
 necesaria, en casos de verdadera anarquía'', afirmó.

 Patricio Aylwin también reconoce que alinearse entre los demócrata
 cristianos que apoyaron inicialmente el golpe militar causó serias
 trizaduras en su partido, ya que un grupo importante de dirigentes, entre
 los que estaba su hermano Andrés, condenó a Pinochet desde el primer
 día.

 Agregó que, visto a la distancia, esos dirigentes, encabezados por el ex
 vicepresidente de la república Bernardo Leighton, que en 1975 fue
 víctima en Roma de un atentado organizado por la policía secreta de
 Pinochet, ``tuvieron mejor ojo para entender lo que pasaba''.

 Uno de los capítulos más amargos de esa discordia, dijo Aylwin, que en
 1973 presidía el Partido Demócrata Cristiano (PDC), fue la acusación
 de Gabriel Valdés, ex canciller y presidente del Senado tras la
 recuperación de la democracia, de haber causado un daño irreparable al
 PDC.

 ``Prefiero que el próximo presidente [de Chile] sea demócrata cristiano,
 pero no tengo ningún miedo a que sea un socialista, porque creo que el
 socialismo chileno no difiere del de España, Francia, Alemania o
 Inglaterra'', subrayó.
 

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