ALBERTO NUÑEZ BETANCOURT
Al tomar en sus manos el muñeco, la niña Lourdes, de seis
años,
se mostró muy alegre, mas de repente reaccionó con una queja:
"Abuela, ¿por qué los Reyes Magos me trajeron un juguete
dañado?". La respuesta la tuvo años después. El "bebé"
a duras
penas había sobrevivido meses atrás al bombardeo del barco
mercante español Sierra Aránzazu, perpetrado por dos lanchas
piratas procedentes de Estados Unidos.
Domingo 13 de septiembre de 1964; transcurría el sexto año
de
vida de la Revolución cubana. Los terroristas, tutoreados por la
CIA,
ya exhibían un amplio expediente de fechorías que perjudicaban
no
solo a Cuba, sino también a naciones occidentales que
soberanamente habían decidido mantener su comercio con la
mayor de las Antillas.
La noche se prestaba para otro crimen. El Sierra Aránzazu
navegaba ya en aguas del Mar Caribe, a unas 76 millas de las
costas de Maisí, cuando sorpresivamente aparecen dos
embarcaciones que se sitúan a ambos lados del navío español
e
irrumpen con fuego de ametralladoras y cañones durante siete
minutos.
Unas 72 horas se necesitaron para controlar las llamas y llevar el
barco hasta la bahía de Nipe.
En breve, unas 800 perforaciones de balas, otros
impactos de gran tamaño y una inmensa llamarada hacen del
mercante un infierno. Tres vidas, entre ellas las del capitán
del barco, Pedro Ibargurengoitía, cobra el
vandálico acto. Otros ocho marineros resultan heridos. Nadie se
explica qué pecado representa transportar a Cuba juguetes, tejidos,
bebidas y otras nobles mercancías.
Estados Unidos calla durante 48 horas. Luego su Departamento de
Estado se declara sorprendido e inocente. Las organizaciones
contrarrevolucionarias, radicadas fundamentalmente en Miami,
desbordan su euforia. Tras un reciente atentado en el carguero
cubano María Teresa, habían amenazado a los países
occidentales: "Nos hemos jurado hacer saltar otros navíos y nadie
nos detendrá".
El hecho provoca indignación en el pueblo español. La prensa
de
ese país revela que tal crimen responde a la resistencia de España
de no ceder ante las pretensiones de Estados Unidos de que corten
sus vínculos comerciales con Cuba.
Muy pronto se derrumba el teatro de ingenuidad montado por el
gobierno estadounidense. El buque guardacostas 615 realiza
provocadoras maniobras para impedir el auxilio del remolcador
cubano Diez de Octubre, mas solo consigue retrasar la operación
de salvamento. Tras 72 horas de sofocar las llamas y labores de
remolque, el barco es llevado a la bahía de Nipe.
Por esos días Fidel declara al periódico Revolución:
"Esta es una
zona muy patrullada y vigilada por la Marina y la Aviación
norteamericanas; ahí no se mueve nadie sin que ellos lo sepan. No
pueden alegar de ninguna manera que no saben quiénes son los
autores."
Este ejemplo es solo una muestra del tamaño despiadado que
siempre ha acompañado al terrorismo contrarrevolucionario.
PANAMA 36 AÑOS DESPUÉS
Ciudad de Panamá. Cumbre Iberoamericana. Noviembre del 2000.
El Presidente cubano denuncia ante la prensa la preparación de un
atentado contra su persona por parte de un comando terrorista
encabezado por el connotado criminal Luis Posada Carriles. Más
que una preocupación individual, advierte que la actuación
de estas
personas sin escrúpulos pone en peligro la vida de todos los
mandatarios, miembros de las delegaciones participantes y
ciudadanos panameños.
Las primeras investigaciones arrojan que el lugar escogido por
estos asalariados del terrorismo era el Paraninfo de la Universidad
de Panamá, donde el líder de la Revolución cubana
se encontraría
con los estudiantes istmeños.
De haberse producido el atentado, no solo cubanos hubieran sido
las víctimas. La práctica reiterada de estos malhechores
nos obliga
a tener aprendida la lección de que el odio contrarrevolucionario
no
tiene fronteras. El bochornoso aval que presenta Posada Carriles
registra daños humanos y materiales a más de una veintena
de
países.
Quizás el ejemplo más claro de su crueldad ilimitada es la
voladura
del avión de Cubana el 6 de octubre de 1976: setenta y tres vidas
inocentes de ciudadanos cubanos, guyaneses y coreanos fueron
cegadas por manos asesinas que poco tiempo después gozaron
de una impunidad increíble.
El clamor de justicia contra los terroristas detenidos en Panamá
se
escucha hoy en Cuba y en todas las naciones que han sido
víctimas de la maldad extrema.
Ahora que se inicia la tan esperada trilogía nuevos año,
siglo y
milenio se demanda una actitud enérgica contra los violadores del
derecho más elemental: LA VIDA.
(Para la redacción de este texto fueron consultados artículos
periodísticos de José Gabriel Gumá y Luis Báez,
publicados en el
diario Revolución).