FUSILADOS PRIMERO Y SENTENCIADOS DESPUES
Nació en Santa Clara, Las Villas, Cuba, el 21 de Junio de 1923. Fué el tercero de cuatro hermanos, hijos del matrimonio Dr. José R. Prieto y la Dra. Maria C. Ruiz.
Siendo muy pequeño su familia se trasladó a Nueva York, E.U.A., aprendiendo sus primeras letras en la escuela pública de aquella ciudad por lo que desde temprana edad dominaba ambos idiomas: inglés y español.
Al cabo de 6 años volvieron a Cuba, terminando su primera enseñanza en el Colegio de los Hermanos Maristas, en la Víbora, Habana. Estudió bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de la Víbora y se matriculó en la Universidad de La Habana, en la Escuela de Derecho, carrera que no terminó por distintas circunstancias. Más tarde fué nombrado profesor de inglés en la Escuela Superior #3 "Marta Abreu", de Marianao. Después de 12 años de ejercicio, fue separado del cargo por aquel gobierno, por sus actividades políticas.
Organizador del Segundo Frente del Escambray, estuvo alzado en las Lomas del Escambray con el grado de Comandante. Mas tarde en cuanto se dió cuenta de las intenciones del asesino que tomó el poder, comenzó a conspirar en su contra volviendo a alzarse en las lomas del Escambray.
Por una delación fué sorprendido y hecho prisionero en el pueblo de Cumanayagua. De allí fué trasladado a Topes de Collantes y enseguida al "G-2" de La Habana. A los diez dias de haber sido hecho prisionero lo trasladaron a Santa Clara para la celebración del juicio, siendo fusilado antes de dictarse la sentencia, con cuatro compañeros, los mártires: PORFIRIO RAMIREZ, SINESIO WALSH, JOSE PALOMINO Y ANGEL RODRIGUEZ DEL SOL.
Fué ejecutado el 12 de Octubre de 1960, siendo asistido en sus últimos momentos por el Padre Olegario de Cifuentes, quien ha escrito un documento para la historia, titulado: "Ultimos momentos de la vida de Plinio Prieto" donde hace constar que murió como lo que siempre fué: un valiente. Sus últimas palabras: "tengo fé en Dios y en los hombres".
Estaba casado con la Sra. Amparo Posada, quien fué su compañera inseparable en sus luchas revolucionarias. De su matrimonio dejó dos hijos " Georgina y Fernando. Tenía al morir 37 años de edad.
!!SU SACRIFICIO NO SERA EN VANO!!
!!CUBA SERA LIBRE!!
1900-1982
La Sra. Maria Caridad Ruiz, madre del infortunado Plinio Prieto, que fuera fusilado por las hordas comunistas que hoy desgobiernan en Cuba y cuyo juicio fué una farsa más de las que acostumbraban hacer los traidoes que tienen sojuzgada a la patria de Marti. Su relato, hecho para AVANCE, pone de manifiesto la maldad de esos hombres (Foto Pepe Suárez).
Extractos de la entrevista llevada a cabo por el periodico Avance el dia 3 de Marzo de 1961
Cinco cubanos jóvenes - cinco más que agregar a los miles y miles de jóvenes cubanos devorados por la hiena insaciable de la dictadura roja - cayeron horriblemente masacrados el dia 12 de octubre de 1960 en la finca "La Campana", ubicada en Hoyo de Manicaracua, en Las faldas de la Sierra del Escambray. Y decimos "masacrados", y no fusilados - como reza la nota oficiosa publicada por los libelos regimentales - porque los mismos no fueron pasados por las armas con disparos de fusil, como de rigor se hace en la aplicación de la pena de muerte a reos militares, sino que fueron horrorosamente ametrallados, ya que el pelotón de ejecución de milicianos de Oriente, de los cuales quedan vivos sólo dos - estaba provisto de las famosas "metralletas" checas, y los cuerpos de la víctimas recibieron la descarga completa de los magazines de esas terribles armas importadas por Fidel para asesinar cubanos.
Han pasado cínco meses desde aquella fecha triste y dolorosa; cinco meses que es tiempo suficiente para atenuar dolores y hasta para empezar a olvidar. Pero para una madre, esos cinco meses apenas si son cinco segundos en su mente atormentada por el dramático peregrinar dia tras dia en busca del hijo apresado, presintiendo en su corazón la desgracia que lo cercaba. Días y días llorando, implorando, rogando a Dios por la vida del hijo querido, hasta el trágico momento en que la noticia, filosa como un estilete, le abrió el corazón para decirle que su hijo habia sido fusilado.
Fuimos en busca de la madre de Plinio Prieto para conocer de sus labios, trémulos por la emoción y el dolor, algunos de los detalles de su gran tragedia.
Encontramos a la señora Maria Caridad Ruiz vestida de negro, tal como lo hace desde que Plinio fue asesinado. Es una expresión externa de su gran dolor y en ello no es contrariada por sus hijos. Es ella una mujer de edad madura, de finos modales, de grata presencia física demostrativa de una belleza que los sufrimientos han querido borrar. Su rostro apacible y triste, se torna enérgico cuando se refiere a los que asesinaron al hijo querido; pero luego predomina el sentimiento de amor maternal sobre la ira contra los fariseos, y entonces sus ojos se llenan de lágrimas y su mirada va al infinito como en busca de un consuelo que jamás podrá hallar. Por eso no la mortificamos mucho con un interrogatorio que pudiera afectarla más en su gran tragedia íntima, sino que la dejamos hablar libremente y tratamos de captar sus palabras para que los lectores de AVANCE, y sobre todos, las naciones hermanas del continente americano, conozcan en detalles cómo opera y cómo asesina, la dictadura roja en Cuba, y cómo para los títeres del Kremlin la vida de los hombres y el dolor de las madres carece de precio, de reconocimiento y de piedad.
A mi hijo Plinio no lo hubieran cogido nunca, a no ser por la traición de ese canalla que lo delató, el criminal Félix Hurtado, un hombre que había sido oficial en la guerrilla de Plinio, y en el que él confiaba como amigo.
Al iniciarse la lucha contra Batista, Plinio, desde Manacas y Santo Domingo fue donde más intensamente desarrolló sus actividades conspirativas. Desde Miami hizo varios viajes para las labores de sabotaje. Estas actividades no las hizo siempre protegido por la buena suerte, ya que en varias ocasiones fue apresado por la policia de Batista, tanto del Buró de Investigaciones como del SIM. Por esta razon tuvo que asilarse en Mejico a principios de 1956; pero desde allí regresó a Cuba clandestinamente para iniciar las labores organizativas de la "Organización Auténtica". Al fracazar el movimiento de 1957, rapidamente recogió todas las armas que pudo de las que tenían dispuestas, y junto con Eloy Gutiérrez Menoyo, del Directorio Revolucionario, Artola, Darío y Electo Pedrosa, del Movimiento 26 de Julio, escapan hacia la Sierra del Escambray, fundando el Segundo Frente Nacional el dia 2 de noviembre de 1957. Burlando la vigilancia de las tropas del gobierno sale de Cuba para Miami en varias ocasiones, alternando esta difícil misión con la de combatir en las lomas. En diciembre de 1958, en un viaje de regreso a Cuba para el que utilizaban una pequeña embarcación, él y sus compañeros fueron atrapados por una tormenta que los lanzó contra uno de los cayos de la costa Norte de Las Villas, de donde fueron rescatados espectacularmente por aviones de la Marina, que habian salido en su busca. Estaban casi muertos de hambre y en un lamentable estado físico.
Al iniciarse el mando de Fidel Castro, cuando todos confiaban en su palabra y en su buena fe, ignorantes de que ya había entregado la revolución a los comunistas, Plinio Prieto ocupó diversos cargos de confianza. Cuando la amenaza de la invasión trujillista, creyendo en la veracidad de la misma, se traslado rapidamente a Trinidad y se presentó a Castro, quien de inmediato lo nombró jefe del destacamento de aquella región.
Pero bien pronto comprendió que la revolución había sido traicionada, cuando Fidel se definió como opuesto al encauzamiento del país por los senderos jurídicos, y cerró toda posibilidad a la lucha cívica, con lo que se convertía en dictador. En su carácter de miembro del comité de Dirección Nacional de la Organización Auténtica, fue designado por esa entidad para organizar las fuerzas que se estaban concentrando en el Escambray, para lo cual se trasladó nuevamente a esas montañas a principios de junio de 1960. Repitiendo sus anteriores hazanas, hizo varios viajes a La Habana, allegando recursos y estableciendo contactos, al mismo tiempo que junto con Sinesio Walsh y otros compañeros, impartían organización y técnica de lucha a los rebeldes. En uno de esos viajes fue delatado por un antiguo compañero y fue detenido en Cumanayagua, en una celada de la que no sospechó, pero sin que llevara encima arma alguna ni nada que lo comprometiera, pues hasta la Estación de Radio que funcionaba en las faldas del Escambray estaba autorizada por el propio régimen castrista. Pero de esta celada no pudo escapar. Su misión patriótica en la vida estaba cumplida.
El lunes, sigue hablando la señora Ruíz Delgado, me avisaron que Plinio estaba preso. Me puse a investigar y despues de ir a Cienfuegos, a Santa Clara, a Topes de Collantes me dijeron que a Plinio se lo habían llevado junto a Sinesio para El Estado Mayor en La Habana, fui para La Habana esa misma noche, alli me informaron que Plinio estaba en el G-2; y efectivamente, en esas trágicas prisiones estaban Sinesio y Plinio. Tras mucho rogar y rogar me recibieron y me dijeron que ellos estaban alli, pero incomunicados y me autorizaron a llevarles ropa; le lleve 2 mudas de ropa, zapatos, cigarros, diez pesos en el bolsillo de una camisa y una maquinilla de afeitar; pero nada de eso le fue entregado.
El lunes siguiente se anunció el juicio para el día 11, en Santa Clara.
Designé un abogado de Santa Clara quien pidió garantías al Fiscal Benito Besada, y éste nos pidió $1500.00 en efectivo para dar esas garantías y asegurar que no le pasaría nada al abogado. El abogado que nosotros designamos no pudo ver a Plinio antes del juicio, pues los tenían incomunicados. Sólo lo vió en el acto de la primera y única sesión. Plinio no declaró nada en el juicio, que empezó a las 3 de la tarde. En Santa Clara había una gran tensión popular. Era un espectáculo trágico lo que se veía en las calles. Habían llevado como 130 acusados, los cuales fueron detenidos -muchos de ellos- en sus propias casas, acabados de bañar y de afeitarse. También sacaron de La Cabaña y de El Morro a otros. Los familiares de todos esos presos, muchos de ellos guajiros faltos de recursos hasta para lo más necesario, deambulaban de un lado para otro, llorando e implorando. En las iglesias del Carmen y del Cristo del Buen Viaje se reunieron mujeres y hombres para orar por ellos, pero el Alcalde sacó camiones de Obras Públicas cargados de gentuza y apedrearon las iglesias, mientras unos cuantos iban a la casa donde yo estaba hospedada y abrieron mis maletas y me tiraron las ropas por dondequiera, preguntando sarcásticamente si yo iba a pasear. En el parque las autoridades reunieron al pueblo y a través de los micrófonos gritaban "PAREDON y PICADILLO". Querían que los descuartizaran. Yo pude ver a mi hijo por última vez con alguna familia, eran las 11 de la mañana del dia 11. Pero antes había estado haciendo gestiones inútiles con esa finalidad. Muchos me decían que los iban a matar, pero otros me inyectaban esperanzas. Al juicio no dejaron entrar a los periodistas americanos, pero sí entraron los rusos y Pardo Llada. Pardo Llada, en una trasmisión por radio de ese día, y mucho antes del juicio, anunció que serían condenados a muerte cuatro acusados; Tanto es así que sólo tenían preparados cuatro ataúdes en el lugar de la ejecución. Fui a ver a Cardet, Presidente del Tribunal, pero sólo me recibió una hermana suya, la que llorando, me dijo que Cardet nada podía hacer porque JUAN ESCALONA, ayudante de RAÚL CASTRO, había traído la sentencia ya hecha desde La Habana.
Mi entrevista con Plinio fue terrible. Él me preguntó por su esposa y por sus hijos. Me dijo que en Cumanayagua, cuando lo detuvieron, le quitaron su reloj pulsera y su cadena, y me recomendó las recogiera porque eso pertenecía a sus hijos. Un tipo alto venía cada rato para decir que cortaran la entrevista. Así, fue la última vez que vi a mi hijo Plinio.
Permitieron que un padre de la Iglesia La Pastora los acompañara, Plinio se confesó y los demás lo imitaron. El Padre me dijo que había tenido mucho valor. Nosotros supimos la noche del fusilamiento cuando fuimos al Escuadrón 31, porque en ninguna parte nos daban noticias. Pensamos que nos entregarían los cadáveres, pero no. Los llevaron al cementerio y los metieron en unas fosas abiertas a la entrada del mismo. Les pusieron una tarjeta con los nombres, pero no dejaron entrar a nadie. El cementerio estaba lleno de milicianos y milicianas. Al otro día logramos entrar y arreglar la sepultura de Plinio. poniéndole una cruz. El pueblo, sin embargo, trepó por las tapias y cubrió de flores las cinco tumbas. Sobre la de Ramirez había una corona que figuraba una mano en actitud acusadora.
La señora Ruiz no puede contener el llanto, y nosotros respetamos su silencio, Pero reponiéndose, nos pide que hagamos constar que, en su desesperación, acudió a muchas personas, pero que nadie pudo servirla en sus demandas a favor de su hijo. porque todos temen al terror y a las represalias del régimen imperante.
Agrega la señora Ruiz Delgado que tambiën GUTIERREZ MENOYO trató de eliminar físicamente a Plinio, para lo cual quiso utilizar a dos guajiros que habían llegado a ser oficiales en la guerrilla de Plinio, pero que al hacer la reorganización de las fuerzas, después de la victoria, habían sido relegados y quedaron como soldados de fila. Menoyo les ofreció restituirles los grados si asesinaban a Plinio, pero ellos rehusaron la encomienda.
Muchos detalles más nos ofreció la madre de Plinio Prieto en su nerviosa y prólija conversación, pero es imposible recogerlos todos en un reportaje, como el que hacemos. Para ella no existe otra tema sobre el cual versar que no sea el martirio de su pobre hijo. La tratan de consolar los que le quedan vivos, pero ellos también están transidos de dolor y son incapaces para contener el llanto, que los unen a los tres en una comunión de amarguras.
Tras la lectura de esta patética narración el lector podrá darse cuenta cómo se juega con la vida de los hombres y cómo se asesinan sin piedad tras JUICIOS SIMULADOS con SENTENCIAS DICTADAS A PRIORI, las cuales son conocidas y anunciadas por los comentaristas radiales que lamen las botas del dictador, con muchas horas de anticipación a la comparecencia de los acusados ante sus titulados jueces.
Algun día, no muy lejano por cierto, la Justicia de los Hombres caerá implacable sobre estos desalmados y la Historia tendrá para ellos el calificativo terrible que les corresponde como causantes de tanto dolor, de tanta sangre derramada, y de tanto luto en la familia cubana...