Los del 339 resistieron hasta la llegada de los refuerzos
Los integrantes de un batallón cienfueguero
de las Milicias Nacionales Revolucionarias
fueron los primeros que enfrentaron a los
invasores en Girón y resistieron valientemente
hasta la llegada de los refuerzos
RAMON BARRERAS FERRAN
CIENFUEGOS.—A los cinco días de haber finalizado la Limpia del
Escambray, que dejó las montañas del centro del país
sin la
presencia criminal de los bandidos financiados por los Estados
Unidos, tocan a la puerta de la vivienda de Adolfo Landín Silva
y le
entregan una citación: debía presentarse con urgencia en
el
aeropuerto Jaime González, de esta ciudad.
No todos los que llegaron hasta la terminal aérea eran de la misma
unidad que estuvo en la serranía. Les entregaron armas fabricadas
en Checoslovaquia: fusiles semiautomáticos M-52,
subametralladoras modelo 25 y fusil-ametralladora VZ. A eso de las
11:00 p.m. dieron la orden de ¡A formar!, y poco después estaban
sobre los camiones. Todos se percataron de que no regresaban al
Escambray. ¿Cuál sería el destino?
"Como a las 4:00 a.m. llegamos al batey del central Australia. Allí
nos
acomodamos como pudimos. Limpiamos de nuevo las armas, pues
se habían llenado de polvo por el camino. Se pusieron postas de
guardia
en el central, la pista de aterrizaje... Seguíamos sin saber cuál
era
nuestra misión. El miércoles 13 de abril, por la
mañana, nos reunieron y el capitán del Ejército Rebelde
Ramón
Valle Lazo presentó al capitán Ramón Cordero Reyes
como jefe del
Batallón 339, y como segundo al mando al sargento Julián
Morejón.
"Después de una reunión que tuvimos con el capitán
Valle Lazo, en
la que se informó cuál sería la misión de las
Milicias, me ordenan
preparar el pelotón que dirigía, pues partiríamos
de inmediato hacia
un lugar llamado Ebano Real, a unos tres o cuatro kilómetros de
Playa Girón. Vigilar la costa día y noche era nuestra
responsabilidad", recuerda Landín.
En Ebano Real existía una nave construida con tablas de palma y
techo de guano, en la que se protegían unos botes de remos. Sobre
el techo establecieron el puesto de observación. El día 15,
el jefe
del Bon 339 les ordena trasladarse para Caleta del Rosario, a unos
once kilómetros de Playa Larga y a unos 19 de Girón.
"Improvisamos un plan de observación y de guardia. A veces nos
visitaban campesinos y carboneros de los alrededores. En un
televisor que se veía muy mal escuchamos el discurso de Fidel en
el sepelio de los caídos en los ataques aéreos a los aeropuertos.
Nosotros estábamos en los puestos que nos habían asignado".
El domingo 16 de abril en horas de la noche ancló en aguas de la
Bahía de Cochinos el barco Blagar. Comenzaba la invasión
mercenaria. En un lugar cerca de la costa un grupo de
combatientes del 339, dirigidos por Ramón González Suco,
divisó
una lancha en la que se veían seis personas. Los milicianos les
dieron el alto e hicieron un disparo. Comenzó entonces un fuerte
tiroteo. El primer intento de desembarco fue rechazado.
En el lugar donde estaba Landín y sus hombres también
combatían. "Les ordené que dispararan a discreción.
El fuego era
intenso y escuchábamos el ruido de unos motores, pero no
veíamos nada. Poco después me quedé sin parque. Me
arrastré
hasta la caseta donde estaba la planta de radio, pero estaba
desconectada. En cuclillas entramos al edificio de la playa, con las
armas sin balas. Desde un pequeño cuarto podíamos ver a más
de
un centenar de mercenarios. Les expliqué a mis compañeros
que
estábamos rodeados y que esperaríamos la llegada del Batallón.
Nos despedimos con apretones de manos y nos regamos por las
dos alas del local", apunta Landín.
Poco después, junto con otros milicianos, lo hacen prisionero.
HACIA LA COSTA
En el central Australia permanecía un número considerable
de
integrantes del 339. Según testimonio de Luis Clemente, jefe de
la
Compañía Dos, el día 17 dan la orden de trasladar
dos compañías,
la plana mayor, la jefatura y el pelotón de reconocimiento hacia
la
zona de Playa Larga, pues habían recibido el mensaje de que "en
el
mar se veían luces y otras cosas". Debían dejar allí
parte del
personal y continuar hacia Girón.
En Playa Larga se encontraron con los invasores.
—Alto, ¿quién va? —preguntaron los mercenarios.
—¡Batallón 339 de Cienfuegos! —les responden. ¿Y ustedes
quienes son?
—De la compañía E, Batallón 2. Somos del Ejército
de Liberación
que venimos a liberarlos del Comunismo. ¡Ríndanse!
—¡Patria o Muerte! —gritó un miliciano, y abrieron fuego.
Solo unos metros los separaban de los mercenarios. La diferencia
en hombres y armamentos era notable. Pero los milicianos
resistieron. En un testimonio, el capitán Cordero Reyes señaló
que
las posibilidades de fuego con las armas que tenía el Batallón
339
eran pocas al compararse con el poderío de las enemigas y que el
número de heridos ya era alto. En medio del fragor del combate
recibió un mensaje del Comandante en Jefe en el que le indicaba
que llegarían refuerzos y orientaba que mantuviéramos las
posiciones.
Los milicianos no pueden olvidar el ensañamiento de los
mercenarios. Remataban a bayonetazos a los heridos y atacaban
con bazucas a los camiones que trasladaban civiles,
fundamentalmente niños y mujeres. Esos hechos indignaban y
enardecían el espíritu combativo.
La aviación enemiga, con insignias cubanas, atacaba
despiadadamente. Los hombres del 339 también enfrentaron a los
paracaidistas en distintos puntos.
En medio del fragor de los combates, Angel Villafuerte Ayala,
integrante del pelotón cuatro de la primera compañía,
vio caer
mortalmente herido a su hijo Angel de Jesús. En una ocasión
contó
que sin importarle el tiroteo lo volteó porque quiso que muriera
con
la frente en alto, mirando hacia el Sol.
Con más entereza que armamento, los milicianos del Batallón
339
resistieron e impidieron un mayor avance del enemigo hasta que
llegó el apoyo. El primer refuerzo fue una batería de morteros
que
hizo fuego en dirección a Playa Larga y posibilitó comenzar
a
recuperar terreno. Poco después se unieron los de la Escuela de
Oficiales de las Milicias, bajo las órdenes del capitán José
Ramón
Fernández, quien asumió el mando.
La resistencia hecha por los milicianos cienfuegueros influyó de
manera decisiva en el importante factor tiempo, a la vez que
demostró desde el mismo instante del desembarco que la decisión
era vencer e impedir a toda costa el avance de los mercenarios.
AMANECER DIFERENTE
Al amanecer del día 19, el combatiente Landín, que aún
estaba
preso, escuchó cuando San Román, el jefe de la brigada 2506
comentaba que los americanos les habían dado la espalda y vio
cuando salió de inmediato y le siguieron otros mercenarios para
reembarcarse, dejando abandonados hasta a sus heridos.
"En mi mente estaba la idea de armarme. Un joven alfabetizador
me dijo que había visto armas en una de las cabañas. Encontré
la
comandancia mercenaria. Había mucho desorden: mochilas,
papeles, pistolas, carabinas M-1 y subametralladoras M-3 estaban
regadas. Me hice de una pistola y una carabina de culatín plegable
con un cargador lleno de balas. Recuerdo haber visto una relación
de personas que pertenecían al Movimiento 26 de Julio, mapas,
cheques, dinero y otros documentos", señala Landín.
La victoria estaba consumada. Girón pasaba a la historia como la
primera gran derrota del imperialismo en América.
(Agradezco la colaboración de Adolfo Landín Silva, quien
puso en
mis manos un detallado estudio de las acciones del Batallón 339
en
Playa Girón, y del Departamento Ideológico del Comité
Provincial
del Partido, en Cienfuegos)
MARTIRES DEL BATALLON 339
- Rafael Morales Bonachea
- Miguel Vilches Roque
- Angel de Jesús Villafuerte Vázquez
- Jorge Alfonso Delgado
- Pedro Suárez Orama
- José Luis Chaviano Chávez
- Alfredo Placeres Barcaza
- Rafael Espinosa Armenteros
- Ciro Sosa Ruiseco
- Emiliano Alvarez González
- Ramón Jaureguí Díaz
- Luis Pérez Iznaga
- José Luis Martínez Parets (Tali)
- Enrique Cantero Ibáñez
(En los combates de Girón fueron heridos 24 combatientes de ese
Batallón)