Académicos de Cuba y EE.UU. analizarán los diversos aspectos de la batalla de Girón
• El objetivo es profundizar en aquellos hechos y proyectarlos hacia
el futuro
para tener una visión histórica de conjunto de ese proceso
POR GABRIEL MOLINA Y ALDO MADRUGA
JOSE Ramón Fernández, actual vicepresidente del Consejo de
Estado y
uno de los principales oficiales que bajo el mando directo de Fidel
dirigieron la Batalla de Girón hace casi 40 años, habla sobre
la
Conferencia Científica que con motivo de esa efeméride se
celebrará en
La Habana el próximo mes de marzo y en la cual estarán presentes
participantes en aquellos hechos, investigadores y académicos de
Cuba y
Estados Unidos. El general (r) comenta diversos pasajes de aquel
proceso para Granma Internacional
GM: ¿Qué clase de conferencia se planea realizar desde el
punto de
vista ideológico sobre la Invasión de Girón?
JRF: No nos anima el hecho de haber sido los vencedores en aquella
batalla, ni de pretender una respuesta de la conferencia que esté
viciada
por un espíritu triunfalista; no podemos olvidar que aun siendo
los
vencedores fuimos también los agredidos, y como tal reclamamos y
tenemos quejas..., pero de lo que se trata en este caso es de reconstruir
aquellos hechos y sacar para el futuro las conclusiones correspondientes.
Esta reunión es una conferencia académica que pretende esclarecer
la
verdad en el mayor grado posible y para ello ha determinado que haya
participantes tanto cubanos como extranjeros (si ellos aceptan venir) que
sean actores históricos, académicos y políticos; es
decir, personas que
puedan contribuir, con sus estudios, con sus análisis, como académicos,
a valorar aquel suceso; participantes directos que tienen la visión
y
puedan dar sus criterios y ayudar a valorar aquel suceso, y políticos
que
conocen las fuerzas que motivaron esa invasión a nuestra Patria.
Se han cursado invitaciones a diferentes personalidades, algunas de
las cuales ya han aceptado, otras todavía están pendientes.
Estamos
invitando a actores indirectos, políticos y ejecutores de la invasión,
es
decir, miembros de la Brigada 2506, y personas que se han dedicado a
estudiar e investigar estos hechos, y tienen opiniones y valoraciones.
AM: ¿Qué espera Cuba principalmente de esta Conferencia?
JRF: La historia la escriben los vencedores en todos los hechos y
acontecimientos, y así, por ejemplo, fue cuando los españoles
conquistaron este
continente e irrumpieron en la vida de sus pobladores. Pero nosotros no
hemos
podido escribir la historia porque fundamentalmente la mayor parte de los
medios y de los recursos han estado a disposición de los que fueron
los
agresores y perdedores.
Ahora nosotros esperamos, al igual que se hizo con la Crisis de Octubre,
que se haga con Girón, sobre lo que se ha escrito ya una gran cantidad
de libros en Cuba, y en el extranjero, muchos de ellos testimonios de
protagonistas directos, y algunos más poéticos que reales.
Ahora
esperamos tener una visión de conjunto de los hechos, y poder dar
y
fijar al mundo para la historia los criterios de Cuba sobre aquella batalla.
Eso es a lo que aspiramos.
GM: ¿Cómo fueron respetados los derechos humanos y las reglas
éticas de la guerra por ambas partes?
JRF: Por la parte cubana, que es por la cual yo puedo hablar, se respetaron
escrupulosamente los convenios internacionales, y todas las reglas éticas
y morales
que puedan tenerse.
No hubo herido que no fuera curado, ni hambriento al que no se le diera
alimentos de acuerdo con los recursos que teníamos, ni sediento
que no
se le diera agua, y a nadie se le maltrató en el orden físico,
ni se le
hostigó, ni se le provocó en forma alguna, a pesar de la
innoble tarea de
atacar a su país que recaía sobre los prisioneros, y lo apasionadas
y
heridas, por la pérdida en combate de valiosos compañeros,
que estaban
nuestras tropas, por el bombardeo injustificado de vehículos con
civiles
plenamente identificados por parte de la aviación de los invasores...
Sin
embargo, se respetó a los prisioneros escrupulosamente.
De la parte contraria durante los combates hay testimonios sobre
maltratos a prisioneros nuestros por parte de los invasores y mencionó
los casos siguientes:
1.- Al amanecer del 17 de abril, un B-26 ametralló un camión
donde se
evacuaba una familia carbonera. El camión iba sin baranda y era
visible
que quienes iban encima eran civiles, hombres, mujeres y niños,
que
incluso abrieron una sábana blanca. En el injustificado ataque resultaron
muertos la madre de la familia que viajaba en el camión y un hijo
y
herida la madre de la muerta. También hubo otros heridos. Esto ocurrió
en la carretera que conduce de Pálpíte a Jagüey.
2.- Al amanecer del 17 de abril, en la curva a la salida de Playa Larga
hacia Pálpite, un camión sin barandas que transportaba varias
familias de
carboneros evacuados fue atacado por fuerzas terrestres de los invasores
que habían ocupado a Playa Larga y estaban emboscados en el lugar.
A
pesar de ser claramente visible que se trataba de un camión civil
con
personal civil, fue atacado con fuego de fusilería y cañones
sin retroceso,
lo que hizo estallar el camión.
Allí murieron asesinadas Mara Ortiz, carbonera, Dulce María
Martín, de
sólo 14 años, y herida muy grave por las quemaduras Cira
María García
y otros más. Los supervivientes tomados como prisioneros fueron
conducidos a Playa Larga, donde a Cira García no se le prestó
asistencia
médica a pesar de sus profundas quemaduras y durante más
de 10 horas
estuvo agonizando hasta que falleció. A los ruegos de su esposo
y demás
familiares para que le prestaran asistencia médica una y otra vez,
los
invasores dijeron que no podían porque no tenían con qué,
lo cual era
falso. En ese momento disponían del hospital de Cayo Ramona, donde
estaban siendo atendidos sus heridos y se negaron a trasladarla.
3.- El invasor Erick Fernández del Valle declaró, luego de
caer
prisionero, y así consta en su expediente, que un mercenario miembro
de
la Brigada, nombrado Pedro González Fernández, se acercó
a Erneido
Oliva, segundo jefe de la Brigada, y le pidió permiso para rematar
a un
herido, dando a entender que a él no le interesaba, y que el mercenario
en cuestión se acercó al miliciano herido, le puso una pistola
en la cabeza
y lo asesinó.
AM: ¿Cuál fue a su juicio el principal factor estratégico
de cada
parte que decidió la contienda entre victoria y derrota?
JRF: Desde el punto de vista estratégico, el principal factor estratégico
que
decidió el desenlace final de la batalla fue la causa justa que
defendían los
milicianos y combatientes del Ejército Rebelde, la policía,
y la Fuerza Aérea
Revolucionaria, y su plena identificación con ella, y la disposición
de dar la vida
por salvarla. El pueblo defendía algo que ya estaba cambiando su
vida,
conquistas que ya tenían resultados tangibles en el mejoramiento
de su vida...
Mientras que la mayoría de los invasores, como regla general y salvo
algunas excepciones, venían a recuperar privilegios perdidos en
la
economía, en la política, y específicamente tierras,
ganado, centrales
azucareros y propiedades en general, cargos en institutos armados o de
otro tipo. Venían más de 100 oficiales de las antiguas Fuerzas
Armadas.
En fin, el factor principal de la guerra es el hombre; sus sentimientos
y
motivaciones, la causa. Que lo digan los norteamericanos en Vietnam,
que lo diga el ejército de la dictadura batistiana. Es el hombre,
su espíritu
de lucha y la causa que defienda decisivo en una contienda bélica,
y eso
considero también se cumplió en la Batalla de Girón.
Ellos estaban mejor
preparados que nosotros, pero no estaban dispuestos a morirse como
estábamos dispuestos nosotros.
GM: ¿Cómo evolucionaron hasta hoy los participantes en la
invasión
desde su punto de vista?
JRF: Estos se han dividido y atomizado. Por ahí tengo las peticiones
de algunos
de ellos, de quienes no quiero decir sus nombres, pero las tengo por escrito,
donde
explican que a la edad que tienen hoy están arrepentidos de lo que
hicieron y
quieren venir a Cuba y contar todo el intríngulis de aquello que
sucedió y que
quieren irse tranquilos a la tumba.
Esa es una posición, pero hay otro extremo que forma el núcleo
de los
llamados duros vinculados a la Fundación Nacional Cubano-Americana,
que son recalcitrantes y que en su odio contra nuestro país pueden
unirse a criminales de la peor calaña... y son aliados de aquellos
que
cuando creyeron que la Revolución se desplomaba, vociferaron por
radio que hacían falta cuando esto sucediera tres días de
licencia para
matar. Claro, esa licencia hay que tomarla corriendo el riesgo de estar
en
la boca de los fusiles que tiene nuestro pueblo.
Pero en el centro de éstos hay todo un diapasón de personas
que se
arrepintieron, pero que no quieren decirlo, otros que argumentan que
aquello les sirvió de experiencia y a partir de entonces no se meten
en
más nada. En fin, hay ambos extremos y considero que 40 años
son
bastantes años y han contribuido a modificar, a abochornar y a despertar
la conciencia de algunos, y también a que otros, que aparentemente
no
tienen conciencia, persistan en los propósitos que los llevaron
a aquella
batalla, y hoy lo hagan de un modo más descarnado.
GM: ¿...Y los inductores de la invasión?
JRF: También han evolucionado, por supuesto. He leído obras
escritas por
algunos de ellos y considero que en sentido general, hasta el propio presidente
Kennedy, independientemente de que continuó organizando la guerra
contra
Cuba, también evolucionó en sus ideas.
Creo que muchos, algunos de la CIA incluso, también se han
arrepentido, aunque pienso, diciéndolo con franqueza, que más
bien se
arrepintieron de los métodos utilizados que del fin que perseguían.
Como
adversarios de clase, con convicciones dadas por intereses que
representan y defienden, coinciden —como regla general— en querer
acabar con la Revolución Cubana.
AM: Setenta y dos horas en la vida de un ser humano como espacio
de tiempo es casi nada, pero ¿aquéllas de Girón qué
huellas dejaron
en usted?
JRF: Creo que todos los que participamos en ella tuvimos el privilegio
de vivir un
momento decisivo de la historia de nuestro país y de nuestro continente,
yo por
primera vez en una acción combativa, aunque como todo el mundo conoce
y no lo
oculto en absoluto, yo fui militar antes de la Revolución, y sufrí
prisión por luchar
contra Batista, y me incorporé a la Revolución con plena
conciencia, con plena
voluntad, sin reservas de ningún tipo, sabiendo que defendía
los intereses del
pueblo... lo hice voluntariamente y jamás me arrepentiré.
Aquellas 72 horas, viendo el modo cómo actuó el enemigo,
viendo los
destructores y los portaaviones al alcance de la vista en el horizonte
de
Girón que merodeaban el escenario de la batalla, viendo cómo
todas las
armas decían US ARMY, los morteros, los proyectiles de cañón,
conociendo a los que venían —más de la mitad de los oficiales
invasores
habían sido alumnos míos— y la forma en que se prestaban
para atacar
a su pueblo al servicio de una potencia extranjera por intereses
mezquinos y provocaban muerte y dolor entre sus compatriotas, todo
eso me marcó para toda la vida y definió mucho mejor de qué
bando
estaban la razón y la justicia.
GM: Cuéntenos algún recuerdo sobre su encuentro con oficiales
de la
invasión que fueron alumnos suyos.
El primero que vi entre los prisioneros era de la promoción anterior
a la
mía, y cuando me vio corrió hacia mí, se arrodilló
y me dijo: "Tú sabes
que yo tengo hijos, no me fusilen". Yo le respondí: "Nosotros no
fusilamos a nadie sin previo juicio y se hace sólo cuando la causa
lo
merezca realmente... tranquilo... ¿te han dado de comer, de beber?
¿Necesitas algo? ¿Alguien te ha maltratado?
También recuerdo el caso de Oliva, que era un caso diferente. Este
era
un joven mestizo, no dudo que de algún talento, aunque sin muchos
sentimientos. Era el número dos de su promoción, pero había
tenido
problemas en la escuela. El se sentía discriminado y discriminaba
y tenía
un carácter muy difícil. Eso motivó que estando en
tercer año se
analizara su caso para darle baja de la escuela.
Bueno, pues yo revisaba cada cierto tiempo la lista de los prisioneros
que
llegaban, me llama la atención un nombre y entro al lugar donde
se les
tenía presos y, como establecen las normas de la guerra, es obligatorio
para los prisioneros rendirles cortesía a los oficiales del ejército
que los
capturó, y entonces cuando entro todos se ponen de pie menos uno...
yo
lo toco y le digo: Prisionero, póngase de pie, y cuando se para
y le miro
veo que era Oliva, había dado el nombre cambiado.
Oliva había desertado de las Fuerzas Armadas estando a las órdenes
mías. Al triunfo de la Revolución él estaba pasando
un curso en Estados
Unidos. En realidad él no tenía crímenes, sería
injusto decirlo, y no
había por qué perseguirlo, y se le dejó en el ejército.
Y cuando Fidel
ordenó organizar la Escuela de Responsables de Milicias y me dan
esa
tarea a mí, yo lo seleccioné para que trabajara conmigo.
Como hice con todos los que escogí para la escuela, lo llamé
y le dije:
Te estoy seleccionando para esto, y le explicaba: es voluntario, si quieres
acepta y si no pues no ha pasado nada... no es obligatorio. Entonces él
me dijo: Sí acepto, capitán. Me pidió unos días
antes de presentarse en
Matanzas y desapareció.
Por eso cuando lo volví a ver en Girón le dije: Caramba,
cuánto tiempo
sin verte, me engañaste innecesariamente. El me dijo: Me cogieron
porque no tenía municiones. Entonces dije: Sáquenlo, aíslenlo.
El era el
segundo jefe de la invasión, el que defendió a Playa Larga,
donde tantos
valiosos compañeros perdimos.
AM: Usted estuvo muy cerca de Fidel durante la batalla... háblenos
de ese vínculo.
Fidel fue el artífice de la victoria, fue quien tomó todas
las decisiones
acertadas y eso lo sabe y reconoce todo el que estuvo a su lado y
combatió junto a él, los comandantes de campo de los frentes,
pues allí
vinieron fuerzas por Yaguarama, fuerzas por Covadonga, y las fuerzas
que vinieron por Australia, que eran las mías y fueron las primeras
que
llegaron, y otras fuerzas que tenían la orden de no combatir y esperar
la
desbandada del enemigo. Fidel supo dirigirlo todo y conducirnos a la
victoria.
Fidel me llamó a las 3 y pico de la mañana, yo estaba dormido
a esa
hora en Managua. Ya habíamos terminado el primer curso para
responsables de milicias, estábamos dando el segundo curso. Ya aquello
estaba acomodado y en la mano. Incluso, algo para la historia que
desdice un poco lo que opinan los norteamericanos: después del entierro
de las víctimas del bombardeo, me llama Sergio del Valle —que
entonces era jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas— y me
dice: Tengo a Fidel al lado y me dice que te diga que cualquier cosa que
acontezca tú no tienes que combatir, que tú tienes que seguir
preparando
gente.
Esto fue a las tres de la tarde y a las tres de la mañana la llamada
de
Fidel, lo cual indica que nadie esperaba que fuera por Girón.
Indudablemente —y esto lo digo sin vanidad ninguna— la unidad mejor
preparada de las Fuerzas Armadas en aquel momento era la Escuela de
Responsables de Milicias, no hay dudas, gentes que habían tirado,
habían hecho fortificaciones, con disciplina, con ejercicio, todo
en
extremo.
La primera decisión de Fidel fue utilizar la aviación, pero
no para atacar
a los mercenarios, atacar a los barcos para que no se fueran y cortar el
cordón umbilical de abastecimiento con las gentes que están
en tierra. Y
así cada decisión fue acertadísima.
Fidel daba órdenes que uno como jefe entendía racionales,
lógicas,
justas, que exigían el mayor esfuerzo, pero uno las cumplía
con
satisfacción porque las sabía correctas. Todas estaban dirigidas
a liquidar
la invasión cuanto antes y evitar la agresión directa que
era inminente.
Hay que ver en qué circunstancias Fidel se desenvolvía. Las
órdenes las
daba muchas veces parando en algún pueblo y utilizando un teléfono.
Las comunicaciones eran con mensajeros...
Recuerdo que cuando yo veo los botes que salen de los barcos invasores
hacia tierra pienso que es un desembarco, pero no soy el único que
me
equivoco, Carrera, que está en un avión, informa: Nuevo desembarco...
Yo estaba con unos anteojos, y le mando un mensaje a Fidel, del que
siempre me he abochornado, diciéndole que están desembarcando,
que
me mande un batallón de infantería, y un batallón
de tanque para
reforzar. Pero el mensaje, por las condiciones de la zona, podía
demorar
hasta dos horas en llegar a Fidel, pese a que él estaba a unos 10
kilómetros de nosotros. Cuando llega el mensaje ya era viejo y Fidel
me
contesta: Agárralos, que lo que están es escapándose.
El estaba muy preocupado de que se nos escaparan. Me dijo por
teléfono: Si se escapan van a negar que han invadido a Cuba y
mantienen sus fuerzas, hay que agarrarlos. Y los agarramos, a 1 193
agarramos.
Por lo demás, yo siempre he tenido las mejores relaciones con Fidel
y
nunca me he equivocado al confiar en él como jefe, como alguien
que
por su preparación, talento, sentido político y valentía
es capaz de tomar
las decisiones correctas. Y así ya era en Girón.