¿Qué significa la muerte de Miguel Arroyave para la negociación con los paramilitares?
Aunque los comunicados dan a entender que no tendrá efecto, el episodio refleja la frágil cohesión de los grupos armados de extrema derecha.
De la treintena de jefes paramilitares que firmaron los acuerdos de Ralito con el Gobierno, uno de los que en privado mostraba más reservas frente al mismo era Miguel Arroyave. El mismo que murió el domingo en la noche en un ataque, al parecer de sus mismas tropas, en Puerto Lleras (Meta).
En confianza, Arroyave comentaba que el problema era que su grupo -el Bloque Centauros que combate en Meta y Guaviare y en parte de Cundinamarca- estaba en un cuento distinto al de los comandantes que jalonaban el proceso de desmovilización en Ralito.
"No podemos esperar a que la paz nos coja gordos y dormidos y tampoco podemos dejar a su suerte a la población que puede ser ajusticiada por las Farc. Nuestra desmovilización sería un problema hasta para el Estado, un mar de sangre que terminaría por desprestigiarlo", dijo Arroyave hace apenas cuatro meses.
Incluso, mostraba bastante desgano para concentrarse en Ralito. Tanto así que la representante a la Cámara Rocío Arias -una de las más dedicadas a este proceso de negociación- hizo un viaje especial a los Llanos para tratar de convencerlo de que hiciera presencia en el acto de instalación de la zona, el que fue televisado, el 1 de julio.
Sus reservas tenían una razón práctica y otra de índole emocional. En primer lugar, para Miguel Arroyave la guerra apenas estaba en desarrollo: había logrado desplazar a las Farc y ahora estaba enfrascado en una lucha a muerte con su archienemigo, también paramilitar, 'Martín Llanos'.
Y en segundo término, Arroyave era de lo que se conoce como 'la casa Castaño', no solo llegó a las autodefensas a través de su amigo de infancia Vicente Castaño, sino que sus lugartenientes recibieron con desconcierto la noticia de la desaparición de Carlos Castaño.
La misma impresión tenían, hasta hace poco, funcionarios del gobierno cercanos al proceso y algunos otros observadores de los intríngulis del proceso, con quienes EL TIEMPO habló.
"Él estuvo muy ausente del proceso", aseguró uno de los funcionarios.
Varios de los consultados, que se mostraron un poco sorprendidos con los comunicados tanto del Gobierno como el de las Auc que revelaban un renovado compromiso de Arroyave con la desmovilización, admitieron que podría ser un cambio de actitud de las últimas semanas.
Y de hecho, eso explicaría la manera cómo murió Arroyave. Según las primeras versiones, lugartenientes del jefe paramilitar lo habrían asesinado en una celada por los reclamos que este llegó a hacerles luego de aterrizar en el Meta procedente de Ralito.
En ese orden de ideas, ¿qué significa la muerte de Arroyave para el proceso de negociación?
"Va a pasar lo mismo que pasó con la desaparición de Carlos Castaño, que no pasó nada", sentenció uno de los analistas entrevistados.
Los comunicados difundidos por ambas partes parecen ratificarlo, pues mientras los 'paras' afirman seguir "explorando caminos de paz", el del Gobierno no sienta ninguna posición radical sobre lo ocurrido.
"La gente está enchufada en seguir", dijo a este diario la congresista Arias.
Incluso hay quienes hablan de que ahora el proceso caminará con mayor agilidad. "Se vendrán nuevas y grandes desmovilizaciones", afirmaron dos de los consultados.
El episodio, sin embargo, refleja una vez más la frágil cohesión de los grupos paramilitares frente a este proceso de negociación. Así como el grupo de Arroyave, hay otros como los del Magdalena Medio o los de las autodefensas del Tolima que en parte por no quedar por fuera de los eventuales beneficios de la negociación, en parte por evitar la persecución de las autoridades y en parte por miedo a la corriente mayoritaria de las Auc se sientan en la mesa sin mucho convencimiento.