Horrenda matanza de los paras en el Cauca
GONZALO GUILLEN / El Nuevo Herald
BOGOTA
Un grupo de 13 indígenas y campesinos inermes fueron asesinados,
uno detrás de otro, en una carretera del sureño departamento
del Cauca por cinco
hombres encapuchados, en tanto que, en el noroccidente del país,
seis alcaldes que hicieron acuerdos regionales de paz con la guerrilla
fueron
secuestrados por un comando de las paramilitares Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC, de extrema derecha).
La masacre fue cometida en el municipio de Corinto, 120 km al
sur de Cali, en un sitio donde hubo un retén militar poco antes
de que los cinco
encapuchados eliminaran a las 13 personas que pasaban por el
lugar a bordo de un autobús, un campero y una motocicleta, dijeron
telefónicamente a El
Nuevo Herald testigos y una fuente vinculada a la investigación
judicial.
Deudos de las víctimas sostuvieron que el crimen fue obra
de las AUC, que sólo hace tres días anunció a través
de un comunicado su decisión de
suspender la comisión de masacres con el argumento de
que ese proceder, habitual de esa organización, ha sido repudiado
por el gobierno de
Washington.
Sin embargo, una fuente cercana a la investigación judicial
que se inició por el crimen, dijo que la cúpula militar de
las AUC negó su responsabilidad en
una comunicación telefónica sostenida con los investigadores.
La fuente consultada explicó que, según testigos,
poco antes de ser cometida la masacre una patrulla militar mantuvo un retén
vial en el lugar, en
funciones de vigilancia de una hacienda llamada Miraflores.
Agregó que los asesinos utilizaron pistolas automáticas
y revólveres, no tenían insignias de las AUC ni dejaron panfletos
en el sitio. Esto, dijo la fuente,
permite suponer que los paramilitares no serían los autores,
ya que esa organización suele llevar distintivos, utiliza armas
largas y generalmente se
atribuye los crímenes que comete, por atroces que ellos
sean.
Las AUC, en cambio, sí reivindicaron el secuestro de los
seis alcaldes, quienes hacen parte de un grupo de 23 del oriente del departamento
de Antioquia
que recientemente hicieron un pacto con el Ejército de
Liberación Nacional (ELN), para excluir a la población civil
del conflicto armado.
Los alcaldes se comprometieron a reubicar, antes de abril, los
comandos locales de Policía para que estén en las afueras
de los casos urbanos. Así, los
civiles quedarían al margen del fuego cruzado durante
los ataques constantes de los rebeldes contra la fuerza pública.
El ELN prometió no asaltar 26 poblaciones mientras se verifican
los traslados de los correspondientes comandos policiales y no agredir
a la población
civil en los caminos y carreteras de la región.
Los alcaldes estimaron que no debían esperar a que el gobierno
central consiga pactar un estado de paz general con las múltiples
fuerzas armadas
irregulares que delinquen en el país, y anunciaron que
también harían tratos de convivencia, de ser posible, con
las rebeldes Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) y con las AUC.
Estas últimas, sin embargo, al atribuirse el secuestro de los seis alcaldes, dijeron que ``no aceptamos diálogos regionales con bandidos locales del ELN''.
La Federación Nacional de Municipios, por su parte, pidió
que se respete la vida de los secuestrados, y advirtió que los intentos
por aclimatar la paz en el
oriente de Antioquia ahora pueden tener un efecto contrario,
al agudizar los altos niveles de violencia que padece la región
desde hace años.
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