Los zarpazos de un hombre acorralado
GERARDO REYES y GONZALO GUILLEN / El Nuevo Herald
BOGOTA
Señalado como terrorista por el gobierno de Estados Unidos, perseguido
por la
fiscalía colombiana y traicionado por una banda de sicarios,
el jefe de los grupos
paramilitares de Colombia, Carlos Castaño, está dando
temibles señales de
acorralamiento que agudizarán aún más el ambiente
de terrorismo y de
incertidumbre política en ese país, según observadores.
Hay ya quienes están hablando de ``la escobarización de
Castaño'', para
comparar el estado de desesperación del líder de las
autodefensas con la
reacción terrorista del narcotraficante Pablo Escobar en la
década de los 90,
cuando el jefe del Cartel de Medellín se enfrentó al
gobierno, a sus ex
colaboradores organizados en un solo frente (Los Pepes) y a Estados
Unidos
que exigía su extradición.
"Yo creo que Castaño está viendo que definitivamente se
le viene encima una
acción fuerte del Estado'', dijo el senador conservador independiente
Juan
Manuel Ospina. "Me recuerda mucho la guerra de Pablo Escobar''.
En un mensaje electrónico enviado a El Nuevo Herald el viernes,
el líder de las
Autodefensas Campesinas AUC dijo: ``Las AUC nunca hemos sido terroristas
y
jamás lo seremos, tampoco somos amigos del narcotráfico
y mucho menos
exportadores de cocaína como lo hacen las FARC''.
Castaño, quien fue puesto en la lista negra de terroristas internacionales
del
Departamento de Estado el mes pasado, se mostró conciliador
con las
autoridades de Estados Unidos, afirmando que su organización
nunca ha
atacado intereses de ese país.
``Yo siempre he creído en la importancia de Estados Unidos para
la estabilidad
de nuestro continente en el nuevo orden mundial. Lamento que los Estados
Unidos no entienda que también yo lo soy'', escribió.
El mismo día en que aseguraba que no es un terorrista, Castaño
reconoció a la
cadena radial RCN de Colombia que una bomba tipo ``papaya'' que fue
encontrada frente al semanario izquierdista ``Voz'' y la Unión
Patriótica en
Bogotá, fue enviada por él. Castaño comentó
que su intención no era activarla.
"En ningún momento se nos ocurrió activarla. Entre otras
cosas porque no era
posible'', explicó el jefe paramilitar. "El mismo doctor Armando
Estrada Villa
[ministro de Gobierno] y el doctor general Velasco así lo explicaron
al país y lo
tranquilizaron''.
El país está lejos de sentirse tranquilo con Castaño.
La primera hipótesis que lanzó el ministro del interior,
Armando Estrada Villa, el
viernes, sobre los atentados terroristas ocurridos en Bogotá,
señalaba a líder
paramilitar como uno de los sospechosos. Castaño, según
fuentes del gobierno,
estaría enfurecido por las incursión de fiscales investigadores
en su hasta ahora
intoncable centro de operaciones en el departamento de Cordova, al
norte del
país.
El jueves pasado el Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) de
la Fiscalía allanó
varias oficinas en la ciudad de Montería, capital de ese departamento,
en busca
de posibles financistas de las AUC, entre los que figurarían
ganaderos,
empresarios y narcotraficantes. La fiscalía decidió ordenar
este allanamiento con
base en información que está en otra computadora portátil
que halló en poder de
diez presuntos paramilitares que se encontraban en una casa del barrio
Bachué,
en Pasto, Nariño, en el sur del país, para cometer masacres
de campesinos que
residen en zonas dominadas o frecuentadas por las guerrillas de izquierda.
En Montería también fue allanada la mansión de
Salvatore Mancuso, alias Mono,
uno de los hombres más cercanos a Carlos Castaño.
Mancuso es identificado por las autoridades como un alto oficial de
los
paramilitares que operan en el sur de Bolívar y se oponen a
que el gobierno inicie
allá una ronda de conversaciones de paz con el ELN a partir
de un despeje
militar de varios municipios.
Además de su sangrienta guerra con la guerrilla, Castaño
está librando una
igualmente cruenta con un ejército de mercenarios urbanos que
estaban bajo su
control. Se trata de La Terraza, una banda de unos 3,000 sicarios que
opera en
la ciudad de Medellín.
Algunos miembros de esta banda fueron contratados por Castaño
para eliminar
activistas de derechos humanos y otros académicos consideradas
colaboradores de la guerrilla. Hace unos seis meses Castaño
resolvió cortar sus
vínculos con La Terraza argumentando que se había salido
de su control.
"Las autodefensas cuando tomaron la determinación de eliminar
a los miembros
de la banda La Terraza fue porque se hicieron insoportables para la
sociedad'',
dijo el viernes Castaño. ``Nadie resistía los atropellos,
los atracos, los
secuestros y las atrocidades que cometían. Entonces, la responsabilidad
es
nuestra. No del pueblo antioqueño''. La Terraza tenía
otra versión del
distanciamiento. Jóvenes que se presentaron ante los medios
de comunicación
de Colombia como miembros de La Terraza explicaron que el origen de
la
disputa era el incumplimiento, por parte de Castaño, de la promesa
de
entregarles el control de un ruta de exportación de cocaína.
El 3 de agosto de 1999 fue asesinado el jefe de sicarios disidente Luis
Sánchez
Mena, alias El Negro y a cinco de sus lugartenientes.
En una carta de enero de este año, enviada a la presidencia de
la República y a
la fiscalía colombiana, los miembros de La Terraza ofrecieron
entregarse a la
justicia para revelar los vínculos del paramilitarismo con altos
mandos militares
activos y esclarecer varios asesinatos ordenados por Castaño,
según ellos
``El motivo de esta denuncia por parte del grupo La Terraza es con el
fin de
esclarecer tantos interrogantes que a diario se hacen los colombianos
de bien y
de paso quitarle el antifaz a un puñado de criminales disfrazados
de patriotas'',
anunciaba la carta que no tuvo mayor despliegue en Colombia.
Citando militares y oficiales de la policía con nombre y apellido
y haciendo
referencia a algunas circuntancias concretas, los presuntos sicarios
ofrecieron
esclarecer los siguientes crímenes:
Asesinato del cómico y periodista Jaime Garzón el 13 de agosto de 1999
Asesinato del abogado de derechos humanos Eduardo Umaña
el 18 de abril
de 1998
Atentado contra la dirigente de la Unión Patriota
Aida Abella el 7 de mayo de
1996
Asesinato de los investigadores del CINEP, Jesus María
Valle el 27 de febrero
de 1998, Herná Henao el 4 de mayo de 1999 y Elsa Alvarado, su
padre Carlos
Alvarado y Mario Calderón el 19 de mayo de 1997 en el edificio
Quinta de la
Salle de Bogotá.
También se comprometieron a entregar el arma con la que ejecutaron
a Valle,
Umaña y Henao. ``La conservamos como prueba fundamental y se
hará llegar a
las autoridades competentes cuando ésta sea solicitada'', afirman.
Según el senador Ospina, otras de las fuerzas que acorralan a
Castaño es la
presión de Estados Unidos sobre el gobierno de Colombia para
que busque una
solución al desafío del paramilitarismo.
``El gobierno norteamericano va a darle un apoyo fuerte a las fuerzas
armadas
colombianas'', explicó Ospina "Pero eso sí: debe haber
una acción de fondo del
Estado hacia los paramilitares''.