The Miami Herald
Jul. 19, 2002

Se disuelven las Autodefensas de Colombia

  LUIS J. ACOSTA / Reuters
  BOGOTA

  Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), la organización que agrupaba a los ilegales escuadrones paramilitares de derecha, anunciaron ayer su disolución ante la pérdida de control de mando de sus jefes, la penetración del narcotráfico y la comisión de otros delitos.

  La desintegración de los paramilitares que combaten a la guerrilla izquierdista en el marco de la guerra interna de casi cuatro décadas que azota a este país de más de 40 millones de habitantes, provocará una atomización de grupos sin unidad de mando y sin principios, advirtieron analistas.

  La falta de unidad de mando y la proliferación de más de una decena de grupos aislados dedicados a combatir a la guerrilla, pero vinculados con secuestros y el
  narcotráfico, dificultaría también una negociación de paz con el gobierno.

  La disolución de las AUC ocurre tras la renuncia a la dirección política de la organización del líder paramilitar Carlos Castaño, en protesta por el secuestro del empresario venezolano Richard Boulton, realizado por uno de sus grupos aliados. Boulton fue liberado el lunes. Antes de ese incidente Castaño denunció que grupos paramilitares asociados a las AUC, que actuaban como una especie de confederación, estaban penetrados por el narcotráfico y que algunos de sus líderes permitían prácticas delictivas, como el secuestro.

  ''Fueron infructuosos los esfuerzos que realizamos al lado de otros comandantes honestos, para salvar el nombre y la existencia de las AUC, que fueron creación nuestra'', dijo un comunicado publicado por Castaño y su aliado Salvatore Mancuso en la página de la red de internet www.colombialibre.org.

  ''Pero no fue posible, nos encontramos con una serie de grupos atomizados y altamente penetrados por el narcotráfico, que en muchos casos pasaron de la confederación a la anarquía o perdieron su identidad y sus principios'', agregaron.

  Castaño y Mancuso se mantendrán como dirigentes máximos de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá, que operan en el norte de Colombia, y que es la mayor organización paramilitar de la que surgieron las AUC en 1997.

  Analistas militares habían pronosticado una posible desintegración de las AUC por el vertiginoso crecimiento en el número de sus combatientes, que alcanzaron unos 12,000 a finales del 2001.

  Grupos de derechos humanos acusan a los paramilitares de estar apoyados por oficiales de las Fuerzas Armadas y de ser responsables de la mayoría de las violaciones a los derechos dentro del conflicto en el que mueren anualmente unas 3,500 personas.

  Esas organizaciones, surgidas en los 80, se financian con aportes de ganaderos, hacendados y comerciantes perseguidos por la guerrilla.

  A pesar de la desintegración, Castaño y Mancuso anunciaron que comenzaron a trabajar por una reorganización nacional con compromisos claros, mando centralizado y jerarquizado para quienes lo acaten.