Castaño pierde el control de su propia creación
PABLO RODRIGUEZ / AFP
BOGOTA
La incierta renuncia del líder de las paramilitares Autodefensas
Unidas de
Colombia (AUC), Carlos Castaño --que han incrementado sus acciones
militares,
aparentemente en reacción a una ofensiva del Estado en su contra--
ha generado
una avalancha de especulaciones sobre lo que estaría ocurriendo
al interior de
esa organización armada de extrema derecha.
Desde el miércoles de la semana pasada, cuando en la página
en internet de las
AUC apareció un extraño y escueto mensaje anunciando
a nombre de Castaño
su renuncia a la jefatura de las AUC, han surgido diversas hipótesis
sobre su
veracidad, razones y hasta implicaciones de ese eventual hecho.
El silencio que hasta el momento ha mantenido Castaño ha propiciado
un
ambiente de incertidumbre en el país, aumentado por el incremento
de la
violencia paramilitar en diversas regiones con masacres de campesinos
acusados por las AUC de colaborar con las guerrillas izquierdistas.
Desde hace más de una década las AUC libran una declarada
guerra ``a muerte''
contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del
Ejército
de Liberación Nacional (ELN), lo que ha agravado el sangriento
conflicto armado
que padece Colombia desde hace casi cuatro décadas.
De acuerdo con estimaciones oficiales, las FARC tienen 16,500 combatientes;
el ELN, 4,500, y las AUC al menos 8,000, con un fuerte crecimiento
en los
últimos años bajo la conducción de Castaño,
quien asumió su mando en 1997.
En medio del mar de hipótesis, la que ha tomado más fuerza
en los medios de
prensa es que la presunta dimisión de Castaño es el resultado
de una división en
la cúpula de las AUC, provocada por los recientes operativos
desplegados por
las autoridades contra los presuntos financiadores de ese ejército.
Esos operativos se habrían constituido en la ``gota que rebosó
la copa'', dado
que se sumaron a recientes fuertes golpes militares dados por el Ejército
a las
AUC, especialmente la captura de 50 presuntos paramilitares que en
abril
pasado perpetraron en la localidad de Alto Naya, departamento de Cauca
(suroeste), donde Castaño reconoció fueron asesinados
34 campesinos.
Esta ofensiva del Estado fue inclusive reconocida por las FARC. Ayer,
el líder
guerrillero Raúl Reyes señaló que ``vemos algunos
aspectos importantes en la
lucha contra el paramilitarismo, que pueden contribuir a que tanto
los
colombianos como la comunidad internacional se convenzan de que el
gobierno
sí tiene interés de combatir ese flagelo''.
La independiente revista Semana, en la edición que entró
a circular ayer, dijo
que ``entre algunos de los miembros del estado mayor [de las AUC] hay
un
profundo malestar por lo que consideran errores militares y estratégicos
por
parte de su comandante, que los ha llevado a perder territorio y hombres
clave''.
El cisma en la cúpula de las AUC se habría dado, según
coincidentes versiones
periodísticas, porque ante la arremetida estatal, un sector
de los comandantes
paramilitares quiere responder con ``mano dura'', a lo que se opondría
Castaño,
quien siempre ha pregonado que la lucha de las AUC no es contra el
Estado.
Para superar las dos posiciones, la cúpula de las AUC estaría
integrando una
dirección conjunta, de la que haría parte Castaño,
pero que ya no sería el jefe
supremo, razón por la que su renuncia no ha sido confirmada
oficialmente,
según estimó Semana.
Por su parte, la también independiente revista Cambio, en su
edición de esta
semana, asegura que ``un grupo de extraditables [narcotraficantes]
y de
paramilitares está detrás de la ofensiva terrorista [desatada
en las últimas
semanas en varias ciudades del país] contra la [realización
en Colombia de la]
Copa América''.
El gobierno de Andrés Pastrana ha extraditado a Estados Unidos
a 15 presuntos
narcotraficantes, luego de la reactivación de ese mecanismo
constitucional, en
diciembre de 1997.
Ante la eventualidad de que Colombia pierda la sede por la preocupación
que los
actos terroristas ha despertado, Pastrana asistirá hoy en Asunción
a la reunión
extraordinaria convocada por la Confederación Sudamericana de
Fútbol (CSF)
para decidir la suerte de la celebración en Colombia de la Copa,
prevista para los
próximos 11 y 29 de julio.