El Nuevo Herald
22 de diciembre de 1997
Revelan periplo del féretro de Evita
Buenos Aires --(AFP)-- Militares y curas que participaron en el operativo secreto para ocultar el cadáver de la carismática ex primera dama argentina Eva Perón durante 14 años (1955-1971) admitieron por primera vez el curioso periplo del féretro, que recorrió Buenos Aires, Milán y Madrid, según un informe publicado el domingo por el diario bonaerense Clarín.
El entonces suboficial Manuel Sorolla, ex miembro de los servicios de inteligencia del Ejército, a cargo del traslado del féretro, relató que antes de embarcar la mortaja hacia Milán ésta había sido escondida en varios sitios. Entre ellos, en un cine de Buenos Aires.
-Primero estuvo en el SIE (Servicio de Informaciones del Ejército), después la llevamos a distintos lugares: a una casa que alquilaba el SIE, donde yo trabajaba, a Obras Sanitarias (entonces empresa estatal de suministro de agua potable), a una casa y luego al cine Rialto, donde la pusieron detrás del escenario", detalló Sorolla.
Los militares y sacerdotes revelaron datos, por vez primera con sus verdaderas identidades, sobre la historia del cuerpo embalsamado de Evita, desaparecido en 1955 tras el golpe de Estado que derrocó a su marido, el general Juan Domingo Perón.
Los militares que depusieron a Perón resolvieron hacer desaparecer el cadáver de Evita, fallecida el 26 de julio de 1952, la mujer de más gancho popular de la historia de Argentina, conocida corno ---la abanderada de los humildes".
El tres veces mandatario argentino (1946-1952, 1952-1955 y 1973-1974) recibió el cuerpo de su segunda esposa 14 años después, durante su exilio en Madrid, tras haber sido sepultado en un cementerio de Milán.
En 1971, el suboficial Sorolla fue también el responsable de desenterrar el féretro del cementerio milanés, donde se presentó con el nombre falso de Carlo Maggi, un supuesto hermano de la fallecida, que había sido sepultada allí con la identidad apócrifa de María Maggi de Magistris.
Ese año, el entonces gobernante de facto, el general Alejandro Lanusse, decidió devolver el cuerpo a Perón, en lo que se consideró un gesto para lograr una apertura política frente a las fuertes protestas opositoras a favor de una vuelta al sistema democrático.
Sorolla llevó el féretro en automóvil desde Milán hasta la residencia madrileña de Perón en Puerta de Hierro, una zona residencial acomodada de la capital española.
Un viaje en el que le acompañó el sacerdote italiano Guillo Madurini, ex superior general de la Compañía de San Pablo, que 14 años antes aceptó enterrar de forma clandestina el cadáver de Evita en la ciudad italiana.
Madurini, que tiene 76 años y está ciego, dijo que esa gestión fue impulsada por el capellán militar Francisco Rotger, miembro de su misma compañía, que sostuvo la necesidad de que los restos de un ser humano no fueran "maltratados".
El religioso afirmó que, tras devolver el cadáver a Perón, relató la historia a Giovanni Macchi, secretario privado del papa Pablo VI, y le aseguró que su antecesor en El Vaticano, Pío XII, desconocía lo del entierro en Milán.
"Don Macchi hizo después una conferencia de prensa en la que aseguró que Pío XII no sabía nada del asunto. Los 'vaticanistas' no le creyeron", afirmó Rotger.